Paternidad para principiantes
Leonardo Garnier

Ana Istarú: PROA 21 de junio de 2009
Ser padre no es sencillo. Nadie te explica. De nada valen los manuales ante la apabullante realidad de un candente pañal, al otro extremo del cual alguien en pequeña escala, parecido al progenitor, aúlla furibundo pelándose de frío, mostrando al mundo el culito más encantador que admirarán los siglos.
Ser padre no es sencillo. Nadie te enseña. Cuando en el colegio se nos impartió aquella ‘Educación para el hogar’, se nos enseñó el orden de las copas en una mesa formal. Ignoro cuántos de nosotros accedimos alguna vez, en la vida real, a la dichosa mesa con cuatro copas por asiento. Pero de cómo ser padres, nada o no mucho. Eso no te lo enseñan ni los propios. Quizás porque ellos tampoco tenían idea cabal de cómo es la cuestión. Los hijos, ay, emergen a la superficie sin manual de instrucciones.
En esta fecha honrosa en que, bajo un denso manto de ofertas del comercio se celebra, como Mercurio manda, el Día del Padre, aporto humildemente algunas sugerencias.
Para ser un buen padre lo más oportuno, primero que todo, es escoger ser padre. Nada de esconder la mano y que después te anden registrando el ADN. Ser buena pareja, si la pareja es viable. Y viable o no, acompañarla al curso prenatal, defenderla en el parto de intrusos, excesos, rigores innecesarios. Dar la bienvenida al bebé. Besar al bebé, alzar al bebé, cambiar al bebé. En especial, –por aquello de que por él se hará una idea de lo que es un hombre–, si es la bebé. Que sepa que este papá es mío de ahora y para siempre.
Buen padre es el que adora ver a una madre aferrada a su bebé… y el que desatornilla a esa madre fusionada a su bebé. Sacando, por ejemplo, la cuna del cuarto, en su momento. Siendo el relevo.
El que permite que un bebé se caiga, se lastime la rodilla, y se levante un niño que camina por sí solo. El que gana respeto no porque es todopoderoso, sino porque si se equivoca se disculpa. El que dice hasta aquí porque sus hijos le importan. El que les exige porque tiene fe en ellos, porque no vio un castillo de arena: vio un arquitecto, una ingeniera. Porque los quiere y se los dice.
Porque los provee de lo material, para protegerlos. Porque los provee de lo inmaterial, para formarlos. Porque sueña con que tengan y sean lo que él no fue y no tuvo… y les permite sin embargo ser lo que ellos decidan.
En realidad ser padre sí es sencillo. Lo logran muchos. Ser buen padre ya es más complejo. Requiere más amor, más paciencia, más esfuerzo. Procura más gozo. Y siempre puede intentarse. Hoy, por qué no, es un buen día.