Juanito y el show
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier
La Nación, 21/7/99
Por varios días ha sido la noticia en todos los medios de Estados Unidos. Hasta se produjeron ediciones especiales con motivo del suceso. CNN señala con exactitud que los ojos del mundo siguen el drama de la familia Kennedy. La primera página digital de la BBC News, de Inglaterra, inicia con una nota sobre el Presidente Clinton pidiendo oraciones por John Jr. La primera página de El País de España inicia señalando que John Jr. y su esposa caen con su avioneta en el Atlántico. El propio Papa elevó sus oraciones por John Jr. y, desde Libia, Khadafy envió sus condolencias.
En un momento tan trágico para una familia como la probable muerte de un hijo, padre, hermano... no quisiera yo trivializar esa pena, minimizar ese hecho. Pero, me pregunto... ¿es la muerte de John Jr. una noticia mundial? ¿Lo es? Por triste y dolorosa que sea para quienes lo conocían y lo querían... ¿significa para el mundo algo más que la muerte de tantos Juanitos que, diariamente, golpea familias en cada pueblo, en cada país?
Cuando muere un gran líder, un científico, un artista, una persona que ha marcado una diferencia en la historia, que ha dejado una huella propia en el mundo, es entendible que el suceso se constituya en evento que trasciende, en noticia. Igualmente se constituyen en noticia las muertes masivas de innumerables Juanitos, cuando dejan de ser acontecimientos privados, familiares, y se constituyen en tragedias humanas; como la de los niños muertos a diario en Brasil; como la muerte genocida que ha azotado el corazón de Europa; como la de los asesinatos en las escuelas norteamericanas, símbolo terrible de una sociedad que ha hecho de la violencia una forma de vida. Pero ¿por qué convertimos muertes que no pasan de ser individuales en eventos noticiosos que deban mover y conmover al mundo?
Ayer Lady Di le robó los titulares y la atención del mundo a la Madre Teresa... hoy, John Jr. opaca con su muerte la tragedia que enluta y aflige a la sociedad colombiana entera. Hoy John Jr. minimiza la importancia noticiosa de la eventual separación de Serbia y Montenegro, con sus imprevisibles consecuencias. Hoy John Jr. envía a páginas interiores la posibilidad de que Israel retire sus tropas del West Bank, los avances promisorios del lento proceso de paz en Irlanda, el nuevo gabinete brasileño y la continuada tragedia del Ecuador. Pero es que ¿a quién le importan estas cosas? Lo importante es que se perdió John Jr. ¿No? Tantos medios no pueden equivocarse ¿o sí?
Por supuesto que el problema no es John Jr., ni Lady Di ni ningún otro Juanito. El problema es otro: cada día que pasa se consolida más una trágica tendencia en los medios de comunicación del mundo –y los nuestros no son la excepción. De medios de información, de medios de comunicación, de medios de formación de opinión, se van transformando en meros medios de entretenimiento en busca de la audiencia fácil y masiva, en busca del rating.
Así, se reduce el tamaño y la complejidad de las noticias. Así, se reduce el tiempo y el espacio para los programas o artículos de opinión. Así, van desapareciendo los debates... o se transforman más bien en shows montados, en pleitos de calle en los que la gente pide ¡sangre! y en los que, a veces, hasta sangre tienen. Es el nuevo circo... y aclaro que no tengo nada contra el circo, no tengo nada contra el entretenimiento. Al contrario, toda sociedad merece y necesita entretenimiento –mucho y bueno. Lo que lamento, a lo que me opongo... y contra lo que quiero llamar la atención, es el hecho de que en los medios masivos, el circo y el entretenimiento están sustituyendo, están matando a la noticia, a la comunicación, a la formación de opinión, a la cultura.
Ambos necesitan espacio, pero las tendencias en los medios de hoy difícilmente parecen reconocerlo. Las consecuencias son tan graves que, paradójicamente, no tendrán lugar en los noticieros y periódicos de mañana. Sólo habrá show...