Un premio sin precio
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier
El Financiero, 28/5/01
De entre casi 200 candidatos, la Fundación para el Desarrollo de la Cordillera Volcánica Central (FUNDECOR) fue la que recibió el Premio del Rey Balduino al Desarrollo Sostenible del año 2001. Este prestigioso premio se entrega en Bélgica cada dos años a iniciativas particularmente exitosas como punta de lanza del desarrollo sostenible.
No se trata de premiar ideas, pero tampoco al simple activismo: se trata de premiar innovaciones de impacto mundial. Así, se premió a FUNDECOR “por su enfoque innovador en la protección ambiental, que logra integrar consideraciones económicas, ecológicas y sociales en una visión realista del desarrollo sustentable para el beneficio del país, las comunidades locales y del planeta en su totalidad”.
FUNDECOR es una institución joven que, en apenas una década, ha logrado desarrollar diversas tecnologías ambientales de vanguardia que no sólo permiten avanzar hacia esquemas que integren la producción y la actividad económica con la responsabilidad ambiental, sino que lo hacen con un claro sentido social, incorporando a los pequeños y medianos propietarios de bosques. Con el enfoque diseñado y aplicado con éxito por FUNDECOR, un trágico círculo vicioso se transforma en círculo virtuoso: la preservación del bosque y la biodiversidad dejan de ser un freno al crecimiento y a las posibilidades de una vida mejor para muchas familias de pequeños y medianos productores; al tiempo que la actividad económica y social deja de ser una amenaza para nuestro entorno natural, para nuestras fuentes de agua y de vida, y se convierte, más bien, en el mejor aliado que podían encontrar. ¿Quién más interesado en salvar los bosques que las familias que viven en y de los bosques?
Si la idea es tan sensata ¿por qué le ganó a FUNDECOR un premio tan importante en el mundo? Porque no se dejaron llevar por la ingenuidad ni por el conformismo. Porque entendieron que para la sostenibilidad ambiental y la solidaridad social, la búsqueda de la rentabilidad privada en los mercados está lejos de ser suficiente y, más bien, puede provocar –como ha provocado—grandes desastres ambientales y sociales cuando no encuentra límites, cuando no respeta derechos. Pero por entender, igualmente, que la mera prohibición proteccionista no sólo resultaba contraproducente para la actividad económica e, incluso, un obstáculo severo para que los pequeños productores pudieran mejorar sus condiciones de vida, sino que resultaba ineficaz para salvar nuestros bosques, que a pesar de todos los esfuerzos se seguían perdiendo aceleradamente.
En fin, ganaron el premio por atreverse a innovar, y hacerlo en grande. Por diseñar y aplicar esquemas innovadores que nos permiten combinar incentivos con derechos, precios con regulaciones, ganancias con solidaridad, que nos permiten integrar la economía con la ética y la responsabilidad social. Ese ha sido el verdadero aporte de FUNDECOR, un aporte que, como el bosque mismo que están logrando preservar, no tiene precio.