Mantas
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier
Acercarse a la Universidad después de cuatro años de ausencia le provocaba una extraña sensación. Cuatro años ¿tan rápido pasaron? no parece, pero aquí estoy de nuevo, París y Sorbona a cuestas, otro y el mismo, aquí, de vuelta. Apuraba el paso conforme se sentía más cerca. La misma Iglesia de San Pedro, la misma línea del tren – aunque ahora sin tren, pero eso no se notaba – y la misma sensación de estudiantes yendo y viniendo. Como yo, hace cuatro o cinco años, cargando libros, mascullando ideas, conociendo gente nueva y nuevas sensaciones. La Mini ya no estaba y la Guevara ya no era la Guevara. Eso lo resintió ¿cómo se atrevieron a irse en su ausencia? Pero bueno, tampoco voy a esperar a que en cuatro años nada cambie… y, la verdad, el café de la Guevara era bien malo aunque, las conversaciones, ah… eso era otra cosa, palabras mayores… ¿dónde, ahora? Ya estaba, finalmente, frente al campus, llegando a Estudios Generales, la Biblioteca a un lado ¿y estos adefesios de cemento? y el pretil al otro. A su derecha, un grupo de estudiantes se afanaba en colocar una gran manta con un texto en letras rojas que, así, enrollada, aún no lograba descifrar. Sus ojos se perdieron en la manta… y otras mantas, lejanas, le revolotearon en el pecho. Mantas enormes, valientes, enardecidas, que llamaban a la lucha, a la conciencia de clase, a la unión de los universitarios con el pueblo. Mantas que ondeaban en el campus, agitándose agitadoras, y haciendo eco de los afiches y pancartas con que se aprestaban a iniciar la marcha. Todos estaban – bueno, todos los que tenían que estar, pero era más que suficiente – y las consignas rítmicas y pegajosas los hacían sonar – y sentirse – como si fueran muchos más. El pueblo/unido/jamás será vencido. Y marchar hacia el centro, como una gran columna. Se oye/ se siente. Y acercarse poco a poco a la Asamblea Legislativa. El pueblo está presente. Y el pecho lleno. Todos gritando un solo grito envueltos por afiches y pancartas y mantas que ondeaban ambiciosas. Ah… fueron años intensos aquellos, pensó nostálgico, mientras los estudiantes desenrollaban la gran manta en que él esperaba identificar, hoy, cuatro años después, las nuevas luchas a que se aprestaban estos nuevos universitarios. Lenta, la manta se fue abriendo a sus ojos que, con ella, se fueron abriendo, húmedos, a la realidad: “Esta Semana, no te lo pierdas: ¡Gran Baile en Agronomía!”