Compararnos con los mejores
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier, Ministro de Educación de Costa Rica
En educación, calidad y cobertura son dos temas inseparables: una educación que llega a todos pero es mediocre, de poco sirve; como de poco serviría una educación de calidad que excluya a la mayoría. En Costa Rica pecamos por ambos lados: nos falta calidad... pero nos falta también equidad y cobertura. Fue en ese contexto que el Consejo Superior de Educación, luego de más de un año de análisis, de comparaciones internacionales, de discusiones con expertos de diversos países y de diálogo con nuestros mejores especialistas en evaluación, tomó una serie de decisiones para mejorar el tipo de pruebas que usamos:
· Se decidió transformar las pruebas de noveno en pruebas diagnósticas y no de promoción;
· se reiteró la importancia de fortalecer y consolidar el bachillerato como un instrumento clave y obligatorio para la certificación de la conclusión de la educación media; y
· se acordó incorporar a Costa Rica en las principales pruebas internacionales de evaluación de la calidad educativa: PISA y TIMMS.
¿Por qué cambiar las pruebas de noveno? Porque, si bien no son el único factor responsable, sí parece evidente que se habían convertido no tanto en un colador – como alguna gente argumenta – sino en un instrumento que desestimulaba el estudio riguroso de los programas de noveno año y, por tanto, provocaban el fracaso en décimo. Los datos son más que evidentes: a pesar de haber aprobado la prueba nacional de noveno el año anterior, un 25% de los estudiantes de décimo año reprueban. El porcentaje de repitentes en décimo es uno de los más altos de la secundaria; y, más grave aún, un 20% de los estudiantes que inician el décimo año abandonan el colegio antes de entrar a undécimo.
Esto sugiere claramente que las pruebas de noveno no estaban cumpliendo su cometido, ya que son precisamente estudiantes que aprobaron esas pruebas los que tienen las tasas más altas de fracaso, repetición y deserción de los últimos cuatro años de secundaria. Si las pruebas efectivamente hubieran estado jugando ese papel de filtro de calidad... el fracaso se vería en noveno; pero no: se ve en décimo.
Este efecto perverso de las pruebas resulta de un hecho simple: para pasar al décimo año bastaba con traer un promedio aceptable de sétimo y octavo y salir más o menos bien en la prueba de noveno. Esto se traducía en un gran desinterés de los estudiantes – y sus docentes – por estudiar con esfuerzo y rigurosidad los contenidos propios del noveno año. Más bien se dedicaban los primeros dos trimestres de ese año a “prepararse para la prueba” y, luego de la prueba – como los mismos estudiantes reconocen – a no hacer nada.
Si nuestra meta es la de elevar la calidad y cobertura de nuestra educación, no podíamos seguir así. Era urgente recuperar el noveno año y, por eso – igual que se hizo hace un año con las pruebas de sexto – el Consejo Superior de Educación tomó la decisión educativamente más responsable: transformarlas en pruebas diagnóstico que brindaran al Ministerio una información mucho más fina y detallada con la cual tomar las acciones necesarias para corregir los problemas identificados. La evaluación no es una autopsia ni un fin en sí mismo: es un instrumento de cambio.
El cambio más importante, sin embargo, es al que menos énfasis se ha dado en los reportajes: reconociendo que hoy por hoy no basta compararnos entre nosotros y que la calidad de la educación que reciban es el principal activo con que nuestros jóvenes pueden garantizarse un futuro en el mundo en que les toca vivir, la decisión del Consejo de transformar las pruebas de noveno incluye la decisión histórica de incorporarnos a las principales pruebas del mundo: PISA y TIMMS, así como seguir participando en las pruebas regionales del LLECE. Estas decisiones no son, como se ha querido dar a entender, una concesión al “facilismo”. Todo lo contrario, son un intento de dar un salto hacia una evaluación más rigurosa, basada en criterios y no en normas; y, sobre todo, una evaluación que nos permita compararnos con los mejores del mundo.
A continuación, el acuerdo del Consejo Superior de Educación:
Consejo Superior de Educación
Transformación de las pruebas utilizadas para evaluar
la calidad de la educación costarricense:
Pocas cosas pueden tener un mayor impacto en el desarrollo nacional que una educación de calidad para todas y todos los estudiantes. La educación es indispensable para potenciar la capacidad productiva de las personas y su posibilidad de acceder a trabajos dignos y bien remunerados; pero la educación es, sobre todo, un instrumento indispensable para la construcción de una vida buena, tanto en lo individual como en lo colectivo: se trata de saber producir, sí, pero también de saber vivir y saber convivir. Para lograr la educación que queremos – los centros educativos de calidad que necesitamos – una de las herramientas fundamentales es la evaluación, que debe brindarnos el diagnóstico preciso de las fortalezas y debilidades de nuestro sistema educativo en todos sus niveles y procesos.
Considerando :
1. Que el sistema educativo nacional debe avanzar hacia modelos más sofisticados de evaluación que permitan tener no solo un mejor diagnóstico de las características y resultados de los procesos educativos al interior del país sino también una adecuada comparación de las características de la educación costarricense vis a vis la educación en otros países y, en particular, en aquellos que con más éxito han afrontado sus retos educativos y su desarrollo. Estos modelos deben incluir tanto la evaluación de los aprendizajes como la evaluación de otras variables y elementos del sistema educativo.
2. Que las pruebas nacionales de conclusión del tercer ciclo de la educación general básica – al igual que ocurría con las pruebas nacionales de conclusión del segundo ciclo – presentan una serie de problemas de concepto y aplicación que limitan su utilidad como instrumento de evaluación y promoción de la calidad. Sus resultados no son comparables en el tiempo ni permiten tampoco una valoración internacional de la calidad de nuestra educación.
3. Que, en particular, el alto peso que tiene la prueba de noveno para la aprobación del tercer ciclo de la educación general básica – junto al peso de las notas de sétimo y octavo – parecen resultar en un alto desinterés tanto por parte los docentes como de los propios estudiantes en el estudio riguroso de la materia propia de noveno año, cuyas notas pesan muy poco para la aprobación de tercer ciclo. Esto hace que, al aprobar la educación general básica sin haber dominado los conocimientos que supuestamente corresponden a noveno año, muchos estudiantes fracasen y deserten en décimo año. De esta forma, sin que podamos decir que sean el único factor involucrado, sí es claro que los problemas vinculados a estas pruebas se reflejan en los altos índices de reprobación, repetición y deserción que se presentan en el paso del noveno año del tercer ciclo de la educación general básica, al décimo año de la educación diversificada.
4. Que finalmente, los objetivos del proceso evaluativo pueden alcanzarse de mejor forma y con menos efectos colaterales negativos con la utilización de pruebas diagnósticas de diversos tipos, que contribuyan al proceso de evaluación integral del proceso educativo y a la utilización de esa información como parte de un proceso continuo de mejora de la calidad en el sistema educativo.
El Consejo Superior de Educación acuerda:
1. Transformar, a partir del curso lectivo 2008, las pruebas nacionales de conclusión del tercer ciclo de la educación general básica – conocidas como las “pruebas de noveno año” – en pruebas muestrales de carácter diagnóstico y elaboradas bajo un modelo con referencia a criterios y no con base a normas, como ocurre en las actuales pruebas de promoción. En este sentido, tanto las pruebas de conclusión del II ciclo (sexto año) como las de conclusión del III ciclo de la educación general básica (noveno año), tendrán esta característica de pruebas muestrales diagnósticas.
2. Mantener y consolidar las pruebas nacionales de bachillerato en la enseñanza media como pruebas censales y con incidencia en la promoción de los estudiantes; es decir, con un carácter de certificación – promediadas con las notas finales en las asignaturas evaluadas – de la conclusión de la Educación Media. Fortalecer estas pruebas en el sentido que ya ha sido indicado por las evaluaciones disponibles, consolidando el banco de ítemes y perfeccionando los criterios necesarios para que se eleve la validez y confiabilidad del bachillerato y se garantice la comparabilidad en el tiempo de sus resultados.
3. Continuar con la participación en los Estudios Regionales de la Calidad de la Educación organizados por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE), coordinado por la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe . Ya el país participó – junto con otros dieciséis países latinoamericanos – en el Segundo de estos estudios (SERCE), prueba que se aplicó a estudiantes de tercero y sexto año de la educación general básica en las áreas de Lenguaje y Matemática. Estas pruebas indagan, además, sobre los factores escolares y sociales que explican el logro de los estudiantes.
4. Incorporar además al país a dos de las pruebas internacionales de mayor prestigio en el mundo: PISA y TIMMS, de manera que las fortalezas y debilidades de nuestro sistema educativo se comparen con las de muchos otros países. En un mundo cada vez más interrelacionado, no tiene sentido un sistema de evaluación que se limita a establecer un ordenamiento y comparaciones a lo interno del país. Lo que corresponde hoy en día es compararnos con los mejores y utilizar esa información para promover la continua mejora de la calidad de nuestra educación, de manera que la juventud costarricense no se encuentre en ningún tipo de desventaja educativa en su relación con el mundo.
· El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA, por sus siglas en inglés), tiene por objeto evaluar hasta qué punto los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la sociedad del saber. Las pruebas de PISA son aplicadas cada tres años a estudiantes de 15 años para evaluar sus conocimientos y destrezas en Lectura, Matemáticas, Ciencias, así como su capacidad para resolver problemas. Evalúan también una gama amplia de resultados educativos, entre los que se encuentran: la motivación de los alumnos por aprender, la concepción que éstos tienen sobre sí mismos y sus estrategias de aprendizaje.
· El Estudio en Tendencias Internacionales en Matemáticas y Ciencias (TIMMS por sus siglas en inglés) fue desarrollado por la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo, y se aplica en ciclos de cuatro años para medir las tendencias en el logro de los aprendizajes en ciencias y matemáticas.
5. Dado que las pruebas de LLECE, PISA y TIMMS se realizan cada tres o cuatro años, la aplicación de las pruebas nacionales de sexto y noveno año – de carácter diagnóstico y muestral – podrá intercalarse con la aplicación de esas otras pruebas internacionales. Las pruebas de bachillerato – dado su carácter certificatorio y censal – deberán seguir aplicándose todos los años. De esta manera, el sistema educativo costarricense estará avanzando hacia un sistema de evaluación más robusto y completo, que permita tanto el diagnóstico nacional como la comparación internacional, ambos necesarios para fomentar la continua mejora de la calidad y equidad educativa.
6. Finalmente, el Consejo Superior de Educación insta al Ministerio de Educación Pública a continuar aplicando y promoviendo un conjunto de medidas dirigidas a la más amplia evaluación del sistema y los procesos educativos, incluyendo la evaluación de docentes y administradores docentes, de los centros educativos como tales y de la gestión educativa en general. Así mismo, a utilizar los resultados de esta evaluación integral no como un fin en sí mismos, sino como instrumentos para generar los cambios y transformaciones que la educación costarricense requiere para garantizar calidad, pertinencia y equidad.
Enero 17 de 2008