Educar para producir, vivir y convivir
Leonardo Garnier
Nora Ruiz: Actualidad Económica / Jueves 28 de diciembre del 2006
Leonardo Garnier apuesta por un enfoque integral: Al admitir que la educación actual que brinda el país a su juventud se ha convertido en un cuello de botella para el crecimiento, el Ministro de Educación Pública, Leonardo Garnier, ha establecido elementos fundamentales en la nueva orientación: ser parte del orbe y competir en un mundo de tecnología. En esta entrevista con ACTUALIDAD ECONOMICA, el titular de una de las áreas fundamentales para el desarrollo nacional responde sobre lo que desearía para el país: un desequilibrio constructivo mediante el cual los aumentos en la productividad y las mejoras sustanciales en la calificación y remuneración de los factores productivos, vayan de la mano con la educación como pieza clave de este rompecabezas.
¿Está orientando el Ministerio una educación que permita, realmente, competir en un mundo de tecnología, idiomas y sin fronteras?
Esa es en parte la filosofía de las acciones del MEP (Ministerio de Educación Pública): hacer de los estudiantes usuarios inteligentes de la tecnología, ofrecerles la oportunidad de aprender otro idioma y hacerles sentir parte del mundo. Hay muchas resistencias que combatir, entre ellas, la barrera que muchos educadores y padres de familia ponen con respecto a la tecnología (muy común en todo el mundo), la idea de que aprender otro idioma aniquila nuestra identidad, y creer que la globalización es algo a lo que podemos decidir si entramos o no. Esto, aunado a limitaciones económicas, impidió que las acciones del MEP fueran más efectivas en los últimos años.
Pero el reto más importante se resume en un indicador brutal: si bien es cada vez más evidente que los estudios secundarios constituyen un “piso” para tener acceso efectivo a los trabajos y empleos más calificados y mejor remunerados, lo cierto es que dos terceras partes de los niños y niñas que entran a primer grado no concluyen la secundaria. Esto tiene un doble impacto paradójico en el desarrollo nacional, pues en lugar de contribuir al crecimiento y a la equidad, nuestro sistema de educación actual se está convirtiendo en un cuello de botella para el crecimiento y en un instrumento que consolida y profundiza las actuales desigualdades.
La relación entre educación, equidad y crecimiento es completamente simbiótica: una educación que segmenta y deja por fuera de las oportunidades educativas a dos terceras partes de sus potenciales estudiantes, es una educación que atenta tanto contra el crecimiento como contra la mejor distribución del ingreso y, lógicamente, contra el nivel de bienestar social que podemos alcanzar. Por el contrario, una educación capaz de garantizar que cada vez más muchachos y muchachas – hasta llegar a un cien por ciento – pueden ver realizado su derecho a una educación de calidad que les permita construirse como personas plenas – saber vivir, saber convivir y saber producir – será una educación que no solo contribuye a reducir las brechas sociales, sino que coloca al país en la única posición en la que podemos beneficiarnos del difícil entorno mundial que hoy existe. Una posición en la cual las ventajas competitivas de nuestras empresas surjan de la creciente sofisticación y productividad con que podamos utilizar nuestros recursos humanos y naturales – el conocimiento aquí se vuelve clave – y, lógicamente, de su creciente remuneración… y no, como ocurre en los esquemas de “poverty-led growth”, de crecimiento basado en pobreza, de la carrera hacia el fondo en la que la competitividad depende de qué tan barata resulta cada unidad de mano de obra o cada unidad de los escasos recursos naturales con que cuentan los países.
¿Hay coordinación con nuevas corrientes de educación en el mundo?
El MEP es parte de proyectos latinoamericanos y europeos relacionados con la formación estudiantil, la evaluación de la calidad educativa, la formación inicial y continua de los educadores, de informática educativa, de formación en valores, de educación de poblaciones en desventaja, de combate a la violencia, de educación para el desarrollo sostenible, y muchos otros temas más que son comunes a toda la humanidad. Debemos destacar que nuestra participación siempre sobresale en los foros de discusión por ser un país que va muy adelante en esos temas, y también sobresale porque cuando se considera que no se debe asumir la posición que impone, por ejemplo, un organismo internacional, no se participa.
¿Se enseña a pensar, a analizar, o a repetir y a responder según le quede bien al profesor?
Ambas cosas. Hemos encontrado experiencias de aula maravillosas en donde los estudiantes son sumamente innovadores y autónomos, y experiencias en donde se limita a estos niños y jóvenes para que no se expresen de acuerdo a sus condiciones particulares. Lo segundo no está bien y no es lo que deseamos que se haga, pero es muy difícil controlar estas situaciones si no se tiene la participación comprometida con la política educativa vigente, de cada director de institución educativa.
¿Cuál es el ideal de educación para Costa Rica?
Visualizo una Costa Rica en la que todas las personas completan una educación secundaria relevante y de calidad que les abra las puertas a otras oportunidades tanto para su desarrollo personal como para su participación productiva. Es necesario que eduquemos tanto para el “saber producir” como para el “saber vivir” y el “saber convivir”. El futuro de Costa Rica no puede asociarse a los esquemas de “crecimiento basado en pobreza” que han sido tan característicos de América Latina, usualmente asociados con equilibrios de bajo nivel en los que la baja remuneración de los factores se asocia con su baja productividad y viceversa. Por el contrario, Costa Rica es un país paradójico que, a pesar de sus limitaciones económicas ha logrado un notable desarrollo social. Sin embargo, este desarrollo social solo será sostenible – y, sobre todo, solo podrá abarcar al conjunto de la población – si logramos entender y hacer realidad eso que tantas veces se repite como una frase vacía: que la política económica y la política social no sean más que dos caras de una misma política de desarrollo. Para eso, tenemos que apostarle a un “desequilibrio constructivo” mediante el cual los aumentos en la productividad y las mejoras sustanciales en la calificación y remuneración de los factores productivos, vayan de la mano. La educación es una pieza clave en este ‘rompecabezas’.
Los egresados de primaria y undécimo año ¿están listos para enfrentar a un mundo tecnológico, globalizado?
Si Costa Rica pretende que las empresas – grandes, medianas y pequeñas – que producen en el país puedan ser internacionalmente competitivas, es indispensable que cuenten con un recurso humano calificado plenamente, que tenga tanto las destrezas y competencias que demandan los trabajos más calificados de la economía actual, así como una gran flexibilidad y capacidad de aprendizaje. Debe manejar diversos idiomas, sobre todo – pero no solo – el inglés, y es indispensable que tenga un manejo fluido de las tecnologías de la información y de la comunicación, además de los conocimientos y las competencias específicas de su campo. En esta línea, estamos remozando y fortaleciendo la educación técnica que da el Ministerio de Educación Pública, de manera que responda mejor a los requerimientos de la producción.
Estamos fortaleciendo la calidad y cobertura de la educación del inglés (con más plazas, pero también con requisitos más fuertes y con instrumentos de capacitación para quienes ya son docentes). También estamos impulsando esfuerzos mucho más sistemáticos para el desarrollo profesional del personal docente y administrativo del MEP, en particular, para contar con una política permanente y sistemática de capacitación continua, pues de lo contrario no será posible pasar de la retórica a la calidad efectiva de la educación.
Estamos fortaleciendo el papel, la responsabilidad y la autoridad de las y los directores de los centros educativos, pues estamos convencidos de que son los principales agentes de cambio para consolidar una educación más pertinente y de mejor calidad.
Pero no se trata solo de una educación que brinde conocimientos y competencias, sino también de una educación que permita y promueva el desarrollo de una personalidad más audaz, emprendedora y creativa en nuestros jóvenes, de manera que sean – y se sientan – capaces de enfrentar cualquier reto sin sentirse limitados por su grado de dificultad, por su novedad o por sentir que está fuera de su alcance.
Finalmente, la educación tiene que abarcar también esos aspectos tantas veces descuidados, a los que nos hemos referido como el eje de la ética, la estética y la ciudadanía. Una sociedad que no forma a sus ciudadanos como tales, con plena conciencia de sus derechos y de sus deberes; una sociedad que no desarrolla en sus jóvenes los criterios de qué es correcto y qué es incorrecto; de qué está bien y qué está mal; y una sociedad que no logra inculcar en sus habitantes un sentido y una apreciación por lo bello, una capacidad por disfrutar de las más grandes manifestaciones culturales de la humanidad; y una capacidad para aprovechar esa sensibilidad, ese conocimiento y esas competencias estéticas para contribuir, también, a mejorar estéticamente el mundo en que vivimos, no es una sociedad que pueda insertarse con éxito en una comunidad mundial.
¿Dónde está el problema para lograr todo lo ideal? ¿En la escuela, en el liceo o en la universidad?
En los tres niveles, no podemos estar nunca satisfechos con lo que se hace. Nos hemos engañado creyendo que la primaria está bien y que la culpa de todo la tiene la secundaria. Las universidades se han convencido de que están haciendo bien su trabajo en la formación de educadores, cuando en realidad deberían ser más críticas de lo que hacen pues durante muchos años el MEP se dedicó a comprar títulos sin valorar la calidad e idoneidad del personal que contrataba. Esta es otra de las tareas que estamos acometiendo. Ya incorporamos los exámenes de inglés como requisito de contratación y a partir del próximo año haremos lo propio con las restantes materias.
El inglés que enseñan nuestros colegios, ¿qué permite?, ¿permite hablar, leer y escribir?
Tenemos 17 colegios experimentales bilingües con 8.700 estudiantes y resultados extraordinarios en cuanto al aprendizaje del inglés, y estamos elaborando nuevos planes para los colegios técnicos. De igual manera, ya definimos un proyecto global de atención del inglés en el resto del sistema educativo que incluye cuatro acciones estratégicas: selección de mejor personal para trabajar en escuelas y colegios, transformación en cuanto a recursos didácticos y curriculares, capacitación de profesores en cuanto al manejo del idioma y la capacidad para enseñarlo, y trabajo con los formadores de formadores.
¿Se arreglan las cosas pasando del 6 al 8 por ciento del PIB como presupuesto para la educación?
Según estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para que Costa Rica pudiera atender el sistema educativo actual, requeriría invertir en él un 8% del PIB y no menos del 6% como sucedió durante los últimos diez años. Como ya hemos visto, para el 2007 estaremos cumpliendo por primera vez con el mandato constitucional del 6% y ese es un primer paso muy importante, aunque insuficiente todavía, para avanzar hasta el 8% que actualmente se discute en la Asamblea Legislativa. Digo insuficiente porque solo en infraestructura, para dar un ejemplo, requerimos de una inversión de ¢65 mil millones que nos permita ponernos al día. Durante los últimos años el MEP invirtió en este campo alrededor de ¢7 mil millones al año y en el 2007 estaremos duplicando esa cifra. Igual sucede con el personal docente: históricamente se han venido nombrando alrededor de 1.500 maestros y profesores por año, pero para el 2007 el Ministerio de Hacienda nos autorizó tres mil nuevas plazas. Son los primeros pasos que nos permitirán a mediano plazo solucionar muchas de las tareas pendientes.