La cobertura en secundaria... ¡aumenta!
Leonardo Garnier
Leonardo Garnier Mayo 24, 2009
Lo que hace poco era solamente una sensación hoy es un hecho comprobado: este año, la matrícula de secundaria aumentó y aumentó significativamente, rompiendo una peligrosa tendencia al estancamiento. Como dije hace poco, este es, precisamente, el problema que queríamos tener.
He insistido hasta la saciedad en que uno de los problemas más graves que enfrenta Costa Rica es su baja cobertura en secundaria y su correlato: la altísima deserción que, a partir de sexto grado, desgrana la mazorca educativa. Sabemos que este problema no tiene una única causa y por eso lo estamos combatiendo desde todos los ángulos: desde las becas y subsidios de FONABE y Avancemos; desde las mejores remuneraciones – y mayor capacitación – a los docentes; desde la apertura de más espacios para el arte, el deporte y la convivencia en los colegios... hasta la reforma radical que impulsamos a fines del año pasado, eliminando las normas de promoción que provocaban un fracaso artificial, una repitencia innecesaria y una altísima deserción en nuestros colegios. Con esa reforma terminamos con ese absurdo que vivían tantas y tantos estudiantes que tenían que repetir todo el año – una y otra vez – por perder una o dos asignaturas o por flaquear en el último trimestre, aunque su promedio anual fuera adecuado. Hoy, empezamos a ver los resultados.
Del 2006 al 2008, la matrícula en secundaria bajaba lentamente, reflejando la evolución de la población en edad de estar en el colegio: pasó de 338.508 a 337.445 estudiantes. Eso cambió: este año, aunque la población de esa edad sigue bajando, la matrícula en secundaria saltó a 349.595: creció en 12.150 estudiantes. La tasa de cobertura bruta, que apenas venía aumentando de 78.4% a 79% y 79.4% en los últimos años, dio un salto de más de tres puntos para llegar a 82.7% este año. Todavía es insuficiente, pero la tendencia al estancamiento está rota.
Tal y como esperábamos, el impacto de las reformas se refleja con particular fuerza en el paso de sétimo a octavo: en 2007, la matrícula inicial en sétimo año cayó en 1.197 estudiantes; en 2008, tuvimos 1.930 estudiantes menos en octavo y 1.123 menos en sétimo. Esa tendencia educativa reflejaba la caída en la población y el estancamiento preocupante de la cobertura educativa. Los datos de este año empiezan a contar otra historia: a pesar de la caída de 1.123 estudiantes de sétimo el año pasado, ahora observamos un aumento de 3.261 estudiantes en octavo, que fue el nivel en el que más aumentó la matrícula; y si bien el mayor aumento se dio – como debía ser – en octavo, lo cierto es que el éxito afectó a todos los niveles de secundaria: de sétimo a duodécimo, en todos aumentó la matrícula y la cobertura.
Este aumento de la cobertura, además, parece estar reduciendo otras brechas. En primer lugar, el aumento fue más significativo en la educación pública, donde la matrícula aumentó en 3.9%, que en la privada, cuya matrícula aumentó en 1.1% (algo esperable, dado que la reforma de las normas aplicaba a la educación pública y solo en forma voluntaria a la privada). Pero además – y esto es especialmente importante – el aumento en cobertura fue todavía mayor en la educación rural que en la urbana. En ambas mejoró notablemente la matrícula en secundaria; pero mientras que el aumento fue del 2.1% en las zonas urbanas, fue de un 6.7% en las zonas rurales. De esta forma, no solo se empiezan a revertir la deserción y el estancamiento global de la cobertura en secundaria, sino que se revierten con particular énfasis donde el problema era más agudo: en la educación pública y en las zonas rurales.
En poco tiempo, hemos visto varios cambios fundamentales: la tasa de deserción intra-anual bajó de 13.2% a 12.1% en los últimos dos años; luego, el año pasado, la tasa de promoción se elevó de 82% a 88% en primaria y de 54% a 60% en secundaria; ahora, la matrícula inicial también mejora en forma significativa. Empezamos a tener lo que queríamos tener: más estudiantes en secundaria.
Este logro, por supuesto, nos impone también un reto: si tenemos más estudiantes, necesitamos más y mejores docentes: de ahí los esfuerzos para elevar su remuneración y su capacitación. Más estudiantes y docentes, a su vez, implican la necesidad de más y mejor infraestructura: de ahí nuestros esfuerzos por derribar – mediante el recién anunciado fideicomiso de titularización MEP-Banco Nacional – el muro que por décadas ha limitado la capacidad del MEP por contar con la infraestructura educativa que la sociedad costarricense necesita para albergar la educación que queremos: una educación de calidad para todos.