La integración del primero y segundo grado de la educación Primaria.
Leonardo Garnier
Con base en la mejor y más reciente evidencia científica y en la experiencia de los países que han sido más exitosos en promover los procesos de aprendizaje de la lecto-escritura, el Consejo Superior de Educación ha aprobado los nuevos programas de Español para Primer Ciclo de la Educación General Básica.
Junto con estos programas, el Consejo Superior de Educación ha definido que el primer y segundo grado del primer ciclo de la Educación Primaria deben ser comprendidos como una unidad, como un solo proceso educativo, de manera que esta continuidad permita que ese proceso de aprendizaje se pueda ajustar al ritmo de aprendizaje de cada estudiante, respetando la diversidad entre estos y optimizando los procesos correspondientes.
Ahora bien, la promoción entre primero y segundo grado no sería puramente “automática”, en tanto se establecen dos excepciones: el ausentismo del estudiante (se establece como parámetro la asistencia obligatoria a por lo menos un 80% de las lecciones, para tener derecho a la promoción), o bien, que la o el docente a cargo, junto con el comité de evaluación, comité de apoyo y otras instancias pertinentes, consideren que la o el estudiante carece de una madurez o desarrollo suficiente para progresar hacia el segundo año. Es vital que entendamos primer y segundo grado como una unidad. Desde la óptica del proceso de aprendizaje ese “fracaso” no tiene ningún sentido y más bien tiende a provocar un probable abandono escolar en años posteriores.
Así, el proceso evaluativo del primer año tendrá un carácter esencialmente formativo. Si bien esta disposición implica que no se establezcan componentes sumativos para la definición de la promoción en primer grado, sí requiere tener procesos de acompañamiento y recopilación de información específica, válida y confiable sobre la evolución de los aprendizajes de cada estudiante, para la toma de decisiones. De esta manera, los y las docentes deberán aplicar estrategias didácticas y evaluativas que les permita identificar los avances y dificultades de cada estudiante, para poder definir el tipo de acompañamiento que cada uno requiere para favorecer su avance gradual en el desarrollo de las habilidades correspondientes a los objetivos curriculares, así como para la elaboración de un informe cualitativo de avance.
Esta es una propuesta que acompaña a otras medidas importantes que se han venido tomando, dirigidas a mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje en el primer ciclo de nuestra educación y en su articulación con preescolar. Para empezar, esta propuesta va de la mano del cambio en los programas de estudio de Matemáticas y la reforma en los programas de estudio de Español para I ciclo. Esta última buscar dar una flexibilidad para programar los procesos de aprender a leer y escribir entre el primer y segundo año de Primaria, entendiendo que la alfabetización y la comprensión lectora no comprenden solo un año cronológico sino un proceso educativo continuo que abarca los primeros dos años de Primaria, lo que permitirá que se puedan respetar los ritmos de aprendizaje de cada niña y niño. La propuesta también es consistente con el enfoque de aprendizaje mediante la indagación que se ha incorporado en los programas de ciencias de primero y segundo ciclo.
En otras palabras, no se trata de una reforma aislada de las normas de evaluación, promoción y repitencia sino de una adecuación de estas normas que sea consistente con la visión de los nuevos programas que hemos estado aprobando, las cuales ponen un énfasis importante en la adquisición de “los lenguajes”, que son la base de todos los aprendizajes posteriores: el lenguaje materno – oral y escrito –, el lenguaje matemático, el lenguaje y la argumentación científica, el lenguaje artístico, el lenguaje afectivo, etc.
Además, esta propuesta de promoción también está fuertemente vinculada a un cambio de visión de los procesos de evaluación de los aprendizajes, como ya se ha venido trabajando desde otras reformas ya aprobadas por el Consejo Superior de Educación. Buscamos que la evaluación para primaria, en este caso primer y segundo año, sea acorde a los ciclos y el desarrollo infantil; que nos pueda servir como una herramienta poderosa para garantizar una mejora en la calidad de los procesos educativos básicos para el éxito escolar futuro del niño, como son lectoescritura y matemáticas. Además de mejorar la calidad, es vital que la evaluación contribuya también a proveer información respecto de los avances y necesidades de las y los niños. Para ello, la evaluación debe estar integrada a los procesos de enseñanza y aprendizaje, de manera que trascienda la aplicación tradicional que la mayor parte de las veces se reduce en la práctica a la medición del recuerdo de contenidos carentes de sentido para los estudiantes.
En síntesis, en términos de las políticas de promoción, se propone integrar como un solo proceso el primero y segundo año del primer ciclo de la Educación General Básica. Esto implica que la evaluación en primer año sea fundamentalmente cualitativa, pero rigurosa: ya no con el objetivo de definir la promoción o no de un estudiante hacia segundo grado, sino de identificar el avance, los aprendizajes y las dificultades de cada estudiante. Los y las docentes elaborarían cada trimestre un informe de la evaluación de los aprendizajes, a ser entregado a los padres y madres de familia, mediante el cual el docente observa y registra el avance de cada niña y niño – por ejemplo – en el desarrollo de sus habilidades de lectoescritura, comprensión y expresión oral.
Esta propuesta busca establecer un enfoque consistente entre las reformas educativas planteadas y los procesos de evaluación y promoción correspondientes. En otras palabras, se trata de que todos aprendan mediante los procesos y tiempos adecuados. Buscamos redoblar los esfuerzos mediante nuevos programas de estudios, una evaluación adecuada y pertinente; capacitación a docentes, comités de evaluación y asesores regionales respectivos; apoyo mediante recursos didácticos y, finalmente, respetando el ritmo de aprendizajes de los y las niñas mediante el acompañamiento de un mismo docente durante el primer y segundo año. Queremos que la responsabilidad del fracaso escolar en primer año –que en este caso son niños y niñas de 6 y 7 años– deje de ser vista como una responsabilidad exclusiva del estudiante, y que pasemos a entender que esta es una responsabilidad de todos: es una responsabilidad colectiva compartida por toda la comunidad educativa y en la que cada uno debe cumplir su parte. Es en el aprendizaje que se da en esos primeros años que se sientan las bases del éxito en los aprendizajes futuros: el aprendizaje de los lenguajes, el aprendizaje de “cómo aprendemos”, el aprendizaje del valor de la curiosidad sistemática, del valor del esfuerzo constante, el aprendizaje de la indagación metódica, el aprendizaje de la resolución colaborativa de problemas. En fin, el aprendizaje de sí mismos.