Ojo: Entrevista a Leonardo Garnier
Leonardo Garnier

Ricardo Lizano Calzada / 5 al 22 de setiembre, 2007
Algún día, en el ejercicio de sus funciones, Leonardo Garnier, Ministro de Educación, visitó el colegio técnico profesional de Puriscal. Allí los muchachos aprenden desde técnicas para producir minivegetales hasta diseño de software y contabilidad. Pero antes de iniciar la reunión con los estudiantes, un coro de unos 40 jóvenes alumnos, tanto hombres como mujeres, hicieron una presentación que el titular calificó simplemente de “espectacular”.
El caso le sirvió para ilustrar la conclusión a la que ha llegado después de año y cuatro meses de estar al frente de esa cartera y que, probablemente, sería percibida casi como una herejía para no pocos costarricenses y es la de que “la educación en Costa Rica está mejor que en ningún otro momento”. Lo cual no quiere decir que el funcionario ignore los graves problemas que la afectan, algunos de los cuales son parte de la agenda noticiosa que diariamente divulgan los medios de comunicación en el país.
Por el contrario, su sólida formación académica y su reconocida capacidad de estudio, le han permitido diagnosticar con mayor precisión las falencias de nuestro sistema educativo, particularmente las que se refieren a los cambios necesarios para ajustarlo, cada vez más, a las necesidades de una Costa Rica que hace mucho tiempo perdió esa virginidad aldeana que la caracterizó durante la primera etapa de su vida como nación.
Esto quiere decir que si bien el nivel educativo básico de nuestro país es alto si se compara con el resto de la región centroamericana, no lo es tanto cuando se le enfrenta a los que existen en otras latitudes del mundo. Y resulta que –por más que haya quienes se nieguen a aceptarlo- vivimos tiempos de globalización y Costa Rica no solo tiene que competir con Centroamérica, sino con Irlanda, Nueva Zelanda y, claro, la China continental.
Por ahí andan las preocupaciones fundamentales de este economista, profesor universitario de amplia trayectoria quien tiene totalmente claro que Costa Rica no podrá lograr ese cometido si no fortalece y mejora la educación pública, que es a la que tiene acceso la mayor parte de la población. Las cifras, a las que por su formación tanto le gusta acudir, lo establecen con nitidez: la educación privada primaria y secundaria no representa más que un siete por ciento.
Tal vez sea por eso y porque conoce bien el tema que no solo está convencido de que el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos no solo no constituye ninguna “amenaza” contra la educación pública costarricense sino que, más bien, representa una oportunidad a la que ésta debe sacarle “provecho”. Siempre jovial, con el mismo entusiasmo que las cámaras de televisión lo registraron, en feliz momento, bailando frente a un grupo de niños estudiantes, respondió con tanta amplitud como quiso durante una entrevista realizada en su despacho, allá en el edificio situado al norte del hospital San Juan de Dios, donde alguna vez estuvo el ministerio de Hacienda.
-Escuche esta afirmación: “Los ticos le ganamos a los griegos en cuanto a mitos, uno de ellos el de nuestra educación”. ¿Es un mito la educación costarricense?
-“Sí y no”.
-La afirmación es de Oscar Arias en una entrevista con OJO publicada en octubre de 2005.
-“El dato que resume todo es que dos terceras partes de los estudiantes no terminan la secundaria. ¿Qué se puede decir ante esa realidad? Ciertamente existen fallas. Ahora bien, cuando se es ministro de Educación y se viaja por todo el país, se puede constatar la existencia de todo un aparato educativo que no es un mito. Hay escuelas, colegios, profesores y estudiantes en todo el país”.
“La imagen que tienen muchas personas de que existe una educación privada muy buena y una pública muy mala, es falsa. Para empezar, la privada no llega más que a un siete por ciento, toda la demás es una educación fundamentalmente pública. Y dentro de ésta, hay muchas escuelas y colegios que no tienen nada que envidiarle a entidades privadas de educación.”.
“Por supuesto que hay escuelas públicas que, literalmente, funcionan con cuatro bancas debajo de un palo. En otras partes, el salón comunal o parroquial se divide en aulas y allí funcionan algunos centros de educación. Pero el país cuenta con la base necesaria para tener un mejor sistema educativo al cual le transfiere unos 700 mil millones de colones anuales, que es el seis por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Pocos países en el mundo dedican ese monto a la educación. Nuestro problema es que no le estamos sacando todo el provecho a esos recursos y si quisiéramos tener una cobertura de un cien por ciento, el monto asignado no alcanzaría. El reto, entonces, es muy grande”.
-¿Pero es obvio que existen ahora existen grandes brechas entre la calidad de la educación privada y la pública?
-“Hace unos cuarenta años existían unos pocos colegios públicos de secundaria que eran tan buenos como los privados. El Liceo de Costa Rica era tan bueno como el Seminario. Pero en aquel entonces, la población a la que cubría la educación era solo del 20 por ciento y los alumnos que finalmente se graduaban no representaban más del 10 por ciento. Repito, existen escuelas y colegios públicos que en infraestructura y preparación no tienen nada que envidiarle a las entidades privadas. Cuentan con áreas verdes, buenos profesores y en las pruebas nacionales rinden tan bien como los privados. Por supuesto, existen otras escuelas y colegios públicos en los que se encuentran todos los problemas del mundo. Pero actualmente la educación en Costa Rica está mejor que en ningún otro momento y eso lo puedo decir con toda tranquilidad. Aunque se produjo un bache durante la administración de don Rodrigo Carazo (1978-1982) cuando se redujo el financiamiento, nuestro sistema educativo comenzó a mejorar a partir de 1982. Lo que sí es cierto es que, a pesar de ese mejoramiento, las necesidades han venido creciendo en forma mucho más rápida que antes”.
“Antes un chiquillo con primaria podía conseguir un trabajo decente o un joven con secundaria tenía acceso a muchos trabajos urbanos de clase media, algo que no ocurre ahora. Ahora las exigencias son más altas; a los jóvenes les piden maestrías y licenciaturas. Tenemos una brecha entre la cantidad de educación que los muchachos necesitan y la que les estamos dando. No hemos empeorado, pero estamos lejos de donde deberíamos haber llegado”.
-Sin embargo, diversos estudios demuestran que la brecha social se ha ensanchado en Costa Rica. ¿No se manifiesta esto en la educación?
-“Claro. Cuando se analiza la relación entre educación y empleo uno puede notar que el 85 por ciento de los estudiantes que solo recibieron primaria, se colocaron en los peores oficios. Esa cifra solo se reduce a un 75 por ciento en el caso de los que concluyeron la primaria y abarca la mitad de los que incluso terminaron décimo y undécimo. El sesenta y seis por ciento de los que tienen más que secundaria tienen los mejores empleos y de este grupo solo un 13 por ciento está en los peores.”
“Si pretendemos reducir la brecha social, el país debe plantearse seriamente la meta de que aquí la educación secundaria debe cubrir al cien por ciento de la población estudiantil. No tenemos otra opción. Por supuesto, eso requiere inversión en infraestructura educativa y determinar las causas de la deserción estudiantil”.
“Muchos estudiantes se retiran por falta de recursos económicos y para esos casos existe el programa Avancemos. Otros porque pierden cursos una y otra vez pues nuestro sistema es bastante extraño; alguien se queda en dos materias y lo obligan a repetir todo el año, lo gana pero pierde otra y entonces tiene que repetir el año entero”.
“En esta administración le hemos puesto atención a todos los problemas que tienen que ver con la deserción estudiantil, incluidos esos que hacen noticia en el tema de la educación y que son los que están relacionados con la violencia y el consumo de drogas en algunos centros. Hemos promovido un proyecto que abarca ética, estética y ciudadanía, cuyo propósito no es otro que recuperar la ley fundamental de educación”.
“Pretendemos insistir en que educar no es simplemente capacitar para el trabajo sino también formar ciudadanos capaces de apreciar el arte y de expresarse en forma artística, lo mismo que preparados para utilizar las herramientas de la democracia. Queremos formar gente que tenga criterios para discernir qué es correcto y que no lo es”.
-El país escucha propuestas de reformas educativas desde hace muchos años. ¿Cuál pretende este gobierno y usted en particular que sea su aporte en ese campo?
-“Alguna gente pretende que pongamos el énfasis en el garrote. Creen que la letra con sangre entra. Otros piensan que hay que convertir la educación en un mero disfrute y que a los estudiantes no se les haga exámenes ni se les exija mucho. Son dos posiciones equivocadas.”
“Aprender no es fácil, requiere disciplina y esfuerzo. Sin estos elementos es imposible el aprendizaje. Pero tampoco es bueno ni sano que los jóvenes le dediquen un gran esfuerzo a la tarea de aprender si no la están disfrutando. De manera que nuestra aspiración podríamos resumirla en la siguiente frase: disfrutar el esfuerzo de aprender, esa es la clave”.
TLC Y SINDICATOS
-¿Constituyen los sindicatos del sector ecuación algún obstáculo para esos propósitos?
-“Es curioso, muchos ministros de educación latinoamericanos consideran a los gremios como el principal problema de este sector. Yo no lo siento así, las relaciones a veces son mejores a veces peores. Los gremios juegan un papel legítimo en lo que tiene que ver con mejorar las condiciones de vida de los educadores, uno de los factores de los que depende la calidad de la educación. Les he manifestado a los gremios de este sector que comparto su preocupación por lograr que los docentes ganen más y sean más respetados. Pero también les he advertido que la única manera de lograr eso es con mayor presupuesto y para eso se requieren más impuestos. No hay otra forma”.
-¿Representa el TLC con Estados Unidos alguna amenaza para la educación pública?
-“El TLC no representa ninguna amenaza para nuestra educación pública. Desde la cátedra Víctor Sanabria estudié durante dos años ese proyecto y puedo afirmar, con certeza, que el TLC no solo no le provocará ningún daño a la educación pública sino que, por el contrario, le ofrece una oportunidad para que ella le saque mayor provecho a la apertura comercial.”
“Con el TLC se va a necesitar mayor educación y, cuando se habla de esta sector en Costa Rica, se refiere a la educación pública. El país no dispone de recursos para que toda la gente tenga acceso a la educación privada que –reitero- representa solo un 7 por ciento de todo el sistema educativo. A la mayor parte de la población no la vamos a recuperar en la educación privada sino en la pública. Más bien, el TLC nos obliga a fortalecer la educación pública”.
-Sin embargo, la agenda de algunos sindicatos del sector educativo incluye algo más que reivindicaciones gremiales.
-“Alguna gente, no la mayoría, está contra el TLC lo cual es normal en una democracia. Ahora bien, tanto en algunos sindicatos del magisterio como de otras areas, existen grupos pequeños pero muy beligerantes cuya oposición al TLC nada tiene que ver con educación ni fomento de las exportaciones. Alguna vez un dirigente sindical me advirtió que el país está viviendo una situación prerrevolucionaria. Es una actitud que me asusta pues, aunque proviene de un sector minoritario de la sociedad, es muy beligerante y se hace sentir mucho en épocas de descontento.”
“La actitud de algunos de esos grupos calza perfectamente con una expresión muy gráfica que empleó el expresidente de Brasil, Fernando Enrique Cardoso, durante la reunión del grupo de Montevideo que se realizó en San José meses atrás. Dijo entonces el exmandatario que el gran dilema de América Latina es la existencia de grupos políticos que añoran una utopía regresiva; pretenden regresar a un mundo que nunca existió”.
“Aquí hay gente que quisiera regresar a los años setenta como si se tratara de una época gloriosa cuando, más bien, en esa entonces muchos advertíamos que no nos gustaba lo que estaba sucediendo. Es un mito que algunos muchachos, que no conocieron esa realidad, compran fácilmente. Pero lo cierto es que actualmente todos los indicadores sociales de Costa Rica son mejores que los de esos años”.
EDUCACIÓN Y CRECIMIENTO
-Siempre se hace una relación entre rendimiento académico, especialmente de secundaria, y desarrollo económico. ¿Cómo se explica el hecho de que la economía del país esté creciendo relativamente bien si dos terceras partes de los jóvenes no terminan ese nivel?
-“Como reza el refrán, mal de muchos, consuelo de tontos. Para mi gusto y el del Presidente de la República, Oscar Arias, la educación aquí es insuficiente. No existe duda de que es mejor que la de la mayoría de países de la región centroamericana. Tenemos personas con un nivel educativo básico que es alto si se compara con esta zona pero no lo es si se compara con el resto del mundo. Y Costa Rica ahora compite con todo el mundo, con Irlanda, Nueva Zelanda, China.”
“El país está creciendo bien pero enfrenta dos cuellos de botella que tienen una raíz común: la infraestructura y la educación y además cuenta con un marco legal que dificulta resolver rápidamente los problemas. Nuestra infraestructura se encuentra por el suelo y eso es muy frustrante para un país que apuesta al turismo y a las exportaciones. Pero resolver estos problemas implica, necesariamente, incrementar los impuestos. Alguna gente quisiera tener carreteras como las de Holanda pero no está dispuesta a pagar el nivel de tributos con el que se contribuye allá.
“Algo parecido sucede en el campo de la educación. Se habla de la necesidad de elevar en dos puntos del PIB el monto que el país le asigna a ese rubro. En términos reales, eso es más que el presupuesto de cualquier ministerio y para lograrlo no queda más que aumentar la carga tributaria. No podemos tener el tipo de educación de Finlandia, cuando allí esa carga asciende a un 33 por ciento mientras que aquí es solo del 12 o 13 por ciento. Si el país no rompe esos dos cuellos de botella –infraestructura y educación- se frenarán el crecimiento y la equidad”.
-Al igual que muchos miembros de su generación, Leonardo Garnier participó en algunos de los movimientos que, en la décadas de los setenta del siglo pasado, manifestaron su disconformidad con la realidad nacional imperante en ese entonces. Su participación se externó, particularmente, en la elaboración de pensamiento social pues siempre ha sido un estudioso de la economía y los fenómenos político-sociales. Incorporado más tarde a las filas liberacionistas, es una de las figuras cuyas posiciones han sido enfrentadas, en no pocas ocasiones, por quienes profesan un pensamiento típicamente liberal. No por casualidad en alguna ocasión Thelmo Vargas, liberal por excelencia, lo ubicó como representante de las corrientes neoestatistas. Ahora, por lo menos en cuanto al TLC se refiere, el destino los llevó a compartir posiciones. ¿Qué sentimiento le genera mantener la misma posición en cuanto al TLC que la del economista Thelmo Vargas, quien en alguna ocasión se enfrentó a sus ideas?
-“Lo que pasa es que alguna gente ha satanizado el TLC de una forma que francamente no entiendo. Si se examina bien parta de la vieja literatura que leíamos en los años setenta, se podrá comprobar que uno de los grandes defensores de libre comercio se llamaba Carlos Marx. Si algo heredó este autor del pensamiento de Adam Smith es la concepción de que el comercio es una de las grandes fuerzas transformadoras de la sociedad. Tengo la sensación de que los opositores al TLC no han entendido ni a Marx ni a Smith.”
-¿O sea que Leonardo Garnier y Thelmo Vargas pueden jugar en el mismo lado de cancha?
-“En algunas cosas con todo gusto, como en eso de estimular el libre comercio. Pero si alguien – quien sea – me sostiene que, además de eso, el camino de la educación es el de la privatización yo le diría que está loco. O si me asegura que hay que hacer lo mismo en el campo de la salud, también le diría que está demente.”