Además... ‘calos balatos... y buenos’
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier
Junio 08, 2005
Con respecto a la sub/versión anterior sobre la ‘amenaza china’ en textiles, que más que amenaza – decía – era una lección, es importante entender que la lección va todavía más allá, porque los chinos no están ‘compitiendo en textiles’ sino que están, simplemente, compitiendo. Quieren ser competitivos en todos esos bienes que, hasta hace poco, parecían responder a las ‘ventajas comparativas’ de otros países. ¿Y por qué...? parecen haberse dicho los chinos, como se lo dijeron antes japoneses, coreanos, taiwaneses y demás ‘tigres’. Así, hoy, China produce lo que originalmente parecía el monopolio de Detroit y luego de Japón y Corea: automóviles.
Claro, dirá usted, con un mercado interno de ese tamaño ¿cómo no van a producir automóviles? Pero ese no es el punto. El punto es que los chinos están produciendo automóviles, no como ocurrencia, sino con una estrategia: por supuesto que están aprovechando su mercado... pero no sacrificando a sus ciudadanos con carros malos y caros – como hicimos alguna vez nosotros – sino aprovechando su mercado interno para aprender a hacer carros de primera que puedan, en no mucho tiempo, controlar el mercado mundial de automóviles.
De acuerdo con estimaciones de algunos expertos reportadas al pasado 31 de mayo en The Independent, en quince años China estará produciendo más carros que Japón y los Estados Unidos. Por supuesto, la gran mayoría están dirigidos al mercado chino, pero póngale ojo a algunas empresas – unas estatales, como Changang y Chery; otras privadas, como Geely – que están en otro juego de ambiciones globales y, para ello, están incorporando sistemáticamente – y de muchas formas, por supuesto – tanto conocimiento y tecnología ‘occidental’ como les sea posible. Según Ma Yun, subdirector de Changang, la filosofía de su empresa es “superar a las otras naciones a partir de su propia experiencia”. Así, Changang trabaja con la firma de diseño e ingeniería italiana IDEA, y tiene un centro de investigación y desarrollo (R&D) en Italia. Su staff se entrena en Europa y los trabajadores de mayor rendimiento son reconocidos con todo tipo de bonificación, incluyendo vivienda gratuita. Chery, por su parte – la octava empresa automotriz en China – se ve a sí misma como la próxima Toyota, y planea empezar a exportar automóviles en solo dos años. Hace un par de años tuvo un ‘conflicto’ porque sus modelos eran muy parecidos a los Daewoo de la General Motors pero, ahora, han firmado un acuerdo con el audaz empresario Malcolm Bricklin, fundador de Subaru en los Estados Unidos cuya meta es vender doscientos cincuenta mil Cherys por año en los Estados Unidos en los próximos dos años. Para ello, han contratado a una empresa especializada – Harbour – para evaluar y transformar las fábricas de Chery y garantizar que cumplen con los estándares estadounidenses, utilizan los servicios de diseño de motores de la empresa austríaca AVL – y envían ahí a sus mejores ingenieros porque – como dice Michael Zhang, gerente europeo de Chery – “queremos aprender de ellos cómo diseñar y desarrollar nuestros propios motores”. Y, por supuesto, trabajan también con las mejores empresas de diseño italianas, como Pininfarina y Bertone, así como con el estilista japonés Cavax, para lograr que el Chery sea un carro mundialmente atractivo.
De nuevo, mi punto: ¿nos resignamos... o aprendemos la lección?