Consecuentemente liberal
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier Sub/versiones – La Nación, Costa Rica, jueves 1 de diciembre, 2005
Un buen día – hará ya cuatro años – nos encontramos compartiendo esta esquina del periódico, él en guardia los martes, yo... subvirtiendo los jueves. Se buscaba – nos dijeron – un par de visiones contrastantes de economistas que, además, tocaran también otros temas. El reto era interesante. Supuse que Jorge tendría la tarea de arremeter desde la derecha liberal mientras a mí me tocaría hacerlo desde la izquierda socialdemócrata. Jorge objetará sin duda pues, como él mismo reclama con vehemencia, él es liberal, no de derecha.
“Sigo siendo liberal – nos dice – porque en la libertad encuentro la fuerza irreductible de la superación y el progreso. Pero ¿de qué sirve la riqueza sin la justicia? ¿Para qué estabilidad sin igualdad ni solidaridad? ¿Qué ganamos si una empresa exporta hasta reventar, sin pagar impuestos, mientras miles de costarricenses ‘pellejean’ o, literalmente, ‘pelan rata’ porque lo que ganan, cuando ganan, no alcanza ni para comer? Libertad, sí. Toda la que pueda. Pero ¿que cada cual se la juegue como pueda? No. Eso no.” Pero antes de que se nos ocurra que se pasó de bando Jorge agrega presto “otra pregunta fundamental: ¿para qué otorgar más recursos al Estado: para engrosar privilegios y financiar la ineficiencia? No. Eso tampoco. Hay que establecer, cobrar y pagar más impuestos para reivindicar los fines esenciales del Estado, no los de su burocracia ni para mantener subsidios o exoneraciones injustificadas del sector privado”.
Con el tiempo nos hemos encontrado en una amistad que no es para nada equidistante: es una amistad que enriquece precisamente porque no promedia ni homogeniza, sino que cuestiona, discute, aprende y disfruta tanto de la discrepancia como del acuerdo. Jorge es, además, un bon vivant que tiene sentido del humor, que sabe darle importancia a las cosas sin acartonarlas y sin dársela él mismo, que disfruta hasta de lo que considera sus defectos y que hace oficio de ser irreverente en un mundo demasiado cargado de formalismos y reverencias.
¿A qué todo esto? A que Jorge acaba de publicar “En Guardia: mis mejores columnas”; y eso es de celebrar porque, a pesar de su claro sentido de oportunidad, sus escritos van más allá. El libro está dedicado a don Enrique Benavides, de quien Jorge aprendió “la regla más sagrada del periodismo de opinión: ser amigo de los amigos, pero más amigo de la verdad”. La dedicatoria me hizo recordar una vieja columna de los setentas en que don Enrique nos retaba diciendo que no era posible ser verdaderamente socialista sin ser liberal. Tenía razón... pero solo a medias. En este mundo cada vez más mercantilizado, concentrado y desigual, los viejos ideales del liberalismo – libertad, fraternidad, igualdad – se van volviendo tan etéreos y distantes que tampoco parece posible ser liberal, consecuentemente liberal... sin ser socialista. ¡Salud, Jorge!