Devaluación vs. Productividad
Leonardo Garnier

Sub/versiones – LA NACIÓN: 4/10/01
Nuestra economía tiene problemas, pero no son problemas que se corrijan acelerando la devaluación... sino elevando la productividad. El tipo de cambio no es más que el precio relativo del colón en términos de las demás monedas y, como tal, depende de qué tan productiva sea nuestra economía y de qué tan alta sea nuestra inflación respecto a otros países. Si nuestra productividad crece menos, los ingresos de nuestros factores productivos también deberán crecer menos. Y si artificialmente les pagamos más, eso se refleja en una mayor inflación: el colón pierde valor y se hace necesaria la devaluación. Sería un error aferrarse a un colón de valor fijo, sobrevaluado, que nos hace creer que podemos darnos el lujo de importar más de lo que nuestra productividad y nuestras exportaciones permiten. Por eso, por años, hemos tenido que recurrir a las mini-devaluaciones para mantener el tipo de cambio real del colón.
Pero si en el pasado nos ilusionamos con aumentar la riqueza nacional sobrevaluando el colón, hoy parece suceder lo contrario, pues algunos se ilusionan creyendo que podemos aumentar la competitividad del país devaluando más rápidamente. Este argumento ha tomado fuerza en las últimas semanas, a raíz del posible impacto en nuestra economía de las secuelas de los atentados terroristas. Como podría empeorar nuestro balance comercial, algunos quieren devaluar más rápido pensando que, así, se abaratarían en dólares nuestras exportaciones y se encarecerían en colones nuestras importaciones, haciendo subir unas y bajar otras. Un mejor balance comercial redundaría –se dice—en un mayor bienestar.
Claro que una mayor devaluación podría aumentar el volumen de nuestras exportaciones, es decir, hacer que nos compren una mayor cantidad de café y de bananos y de textiles y de chips que, devaluado el colón, costarían menos dólares. Pero... ¿nuestro objetivo es vender un mayor volumen o, más bien, obtener un mayor valor por nuestras exportaciones? La pregunta es importante porque, si la caída en las exportaciones tiene causas distintas a una caída de nuestra productividad relativa, entonces la devaluación no tendrá mayor efecto en mejorar su valor. Tal parece ser el caso tanto para nuestro café y banano como, aún más claramente, para el turismo. Devaluando tal vez vendamos unos sacos más, unos racimos más, y recibamos unos cuantos turistas más... pero eso no necesariamente dejará más divisas en el país.
Y aunque sí recibiéramos más dólares y mejorara el balance comercial, eso no necesariamente redundaría en mayor bienestar, ya que al devaluar en exceso lo que estaríamos haciendo es aceptar un menor pago por el trabajo de los costarricenses, por el uso de nuestros recursos naturales, por nuestros ahorros y nuestra capacidad empresarial. Como enseña la experiencia de los países más avanzados: no se trata de vender más barato porque desvalorizamos nuestros recursos, se trata de producir a menor costo porque aumentamos nuestra productividad. Sólo así puede aumentar, realmente, el bienestar. ¿Aprenderemos alguna vez?