El disfrute responsable de la sexualidad y la afectividad: Cómo seguir mejorando los programas vigentes.
Leonardo Garnier

Algunas personas me han consultado qué pienso sobre el acuerdo de don Carlos Alvarado y don Rodolfo Piza sobre hacer modificaciones a los programas de Afectividad y Sexualidad del MEP.
Lo primero que cualquier persona que trabaje en educación sabe, es que no hay programa perfecto ni programa definitivo. Los programas vigentes son buenos y adecuados, pero ciertamente son mejorables. Por eso, la pregunta cuando alguien plantea hacerles modificaciones es simple: ¿las modificaciones los mejoran, o los echan a perder?
De hecho, la actual administración hizo cambios a los programas que nosotros aprobamos en 2012. Algunos de esos cambios fueron para mejorar los programas y los apoyo. En otros casos, creo que los cambios no fueron tan afortunados: se debilitó el papel de la afectividad y del vínculo afectivo, se exageró la presencia de un vocabulario o jerga academicista que no es cercana a la vivencia juvenil de la sexualidad, y se perdió un poco de la frescura de los programas originales. ¿Son esos cambios razón suficiente para objetar los programas actuales? De ninguna manera: los programas siguen estando bien y, por supuesto, pueden seguir mejorando.
Lo que no sería aceptable es que los programas se eliminen, como mucha gente – en particular gente cercana a don Fabricio - ha planteado, o que se alteren debilitando su enfoque principal centrado en el respeto a los derechos humanos, y su insistencia en que nuestras y nuestros jóvenes aprendan a vivir el disfrute responsable de la sexualidad y la afectividad, respetándose, queriéndose y nunca utilizando a otras personas para ejercer dominio sobre ellas ni, mucho menos, para agredirlas o lastimarlas. Los programas deben seguir siendo realistas y formar a nuestras y nuestros estudiantes en las diversas formas en que pueden y deben protegerse de los riesgos del ejercicio de la sexualidad, incluyendo los diversos métodos anticonceptivos y de protección de infecciones de transmisión sexual. Los programas tienen que ser respetuosos de la diversidad que en muchos sentidos caracteriza al ser humano, incluyendo la diversidad sexual. En fin, los programas deben seguir siendo – como lo son – programas en que aprendamos a querernos, que aprendamos a vivir bien nuestra sexualidad y nuestros afectos.
Específicamente con respecto a algunos aspectos de lo anunciado en el acuerdo de don Carlos y don Rodolfo, como la suspensión de ciertas actividades de los programas mientras se hace una revisión que siga mejorando los programas, tengo dos comentarios que hacer. Uno, es que en respeto de nuestra institucionalidad, este tipo de medidas solo pueden ser adoptadas por el Consejo Superior de Educación y es a este cuerpo al que habría que solicitar cualquier suspensión de algún elemento o la modificación de los programas. Y sobre los temas específicos que se mencionan, diré lo siguiente: se trata de aspectos menores que no afectan ni el sentido ni la calidad del programa y que perfectamente pueden suspenderse o modificarse sin consecuencias de fondo para la implementación de los programas. Me explico.
La actividad de la “fiesta en honor de las relaciones sexuales” es una de muchas muy diversas formas en que un educador puede introducir a sus alumnos a vocabulario tan normal como este: "deseo", "conciencia", "acoso", "libertad de decisión", "protección en contra de Infecciones de transmisión sexual", "decisión sobre el momento en el que se quieren tener relaciones", "preocupación por posibles consecuencias", "violencia", "música", "ropa interior sexy", "erotismo", autoestima, "estabilidad económica" y "condones". Lo importante, pues, no es la actividad planteada como sugerencia en el programa, sino el estudio de estos conceptos, que sí son parte importante de los programas. Cambiar la actividad no tendría, por tanto, ninguna consecuencia importante.
Lo que se refiere a la propuesta de eliminar el famoso “glosario” que contiene muchas definiciones correctas, aunque excesivamente academizadas para mi gusto, pero algunas definiciones desafortunadas sobre temas de sexualidad, es una decisión que comparto: ese glosario no tiene por qué ser parte del programa, no hace falta y más bien ha sido uno de los elementos que vino a hacer daño a la legitimidad de estos programas. Así que se haría bien en excluir el glosario del programa, previo acuerdo del Consejo Superior de Educación.
Finalmente, se habla de suspender una actividad en que se utiliza la bandera del arcoíris como símbolo de la diversidad sexual y: "Se discute con el estudiantado ¿Por qué consideran que el arcoíris se ha tomado como bandera de estos movimientos? ¿Qué relación existe entre este elemento y la diversidad sexual?". Sobre esto, de nuevo, insisto en que una cosa es una actividad particular, que siempre puede eliminarse o cambiarse sin problema, otra es el fondo educativo que esta actividad busca alcanzar. En el caso de esta actividad – a la que no le encuentro nada reprochable u ofensivo – bien puede suspenderse, pero no puede suspenderse del programa el reconocimiento y el respeto que debemos tener para todas las personas, independientemente de su orientación sexual. Nuestros estudianters deben aprender sobre la existencia de la diversidad sexual en nuestra sociedad, y deben aprender a respetar y tratar con afecto a todas las personas. Mientras esto se logre en los programas, es irrelevante si se cambian unas u otras actividades.
Lo que realmente pone en peligro estos programas no es el acuerdo entre don Carlos y don Rodolfo, lo que los pone en peligro es el fanatismo con que han sido tergiversados y atacados por el propio don Fabricio y por algunas de las personas que le han dado el apoyo. Las cosas que se han dicho de los programas al ampero de la figura ridícula de la “ideología de género” no solo son absurdas, sino abiertamente malintencionadas. Detrás de estos ataques, solo se esconde la intención morbosa de seguir dejando a nuestras y nuestros estudiantes sin una verdadera educación sexual. Esto no lo podemos permitir.
Por el contrario, conozco el pensar y sentir de don Carlos Alvarado sobre estos programas y por los esfuerzos que dese 2012 hicimos al introducir la educación para la sexualidad y la afectividad en los programas de estudio del Ministerio de Educación Pública. Sé que los apoya y tengo toda la confianza en que bajo su Presidencia estos programas mejorarán y se profundizarán, recogiendo la frescura y el énfasis en la afectividad que tuvieron los programas originales y extendiéndose a todos los niveles del sistema educativo. Porque vivir y disfrutar plenamente la sexualidad y la afectividad, respetándonos todos como personas – y sujetos de derechos – es algo que nos interesa a todas y todos.