Es oficial pero ¿será cierto?
Leonardo Garnier

Sub/versiones – La Nación, Febrero 28 de 2002
La Oficina de Influencia Estratégica (OIE) del Pentágono nació y murió en pocas semanas. Fue creada por el Gobierno de los Estados Unidos después de los ataques del 11 de setiembre, con un presupuesto multimillonario (y secreto) que le permitiría ampliar la guerra informativa hacia las naciones amigas, para influir tanto en el sentir del público como en el ánimo de sus autoridades políticas. A cargo del Brig. Gen. Simon P. Worden, la OIE impulsaría desde campañas de relaciones públicas basadas en comunicados de prensa verídicos, hasta campañas de pura y simple desinformación. Como dijo un alto oficial del Pentágono: “Van desde el más negro de los programas negros al más blanco de los blancos”. Cuando el New York Times denunció la idea de plantar noticias falsas en la prensa internacional se armó un alboroto tal que, en cuestión de días, provocó el cierre de la OIE.
Pero cuidado, porque este no fue un cierre basado en ingenuos argumentos de moral pública, sino en un argumento eminentemente pragmático: la mentira, usada en las noticias oficiales emanadas de una oficina del Pentágono, podría dañar la credibilidad de las fuerzas armadas en su conjunto y podría engañar al propio público estadounidense. Desinformación plantada en agencias de prensa internacionales como Reuters o AFP podría terminar siendo publicada en Estados Unidos, como ocurrió ya en los 1970s, cuando información falsa colocada por la CIA en el exterior fue reproducida en artículos de la prensa estadounidense. Además, las actividades de desinformación encubiertas han sido siempre responsabilidad de la CIA y del Departamento de Estado, y varios críticos advirtieron que sería un error mezclar en eso al Pentágono y arriesgar su credibilidad con la prensa internacional y los gobiernos extranjeros. Según el propio vicepresidente Cheney, el Pentágono no debería usar sus canales de información pública para diseminar información falsa o engañosa en su guerra contra el terrorismo: “Hay que tener mucho cuidado en no confundir los dos roles”.
En una primera reacción oficial, el Subsecretario de Defensa, Douglas Freith, destacó la importancia de la credibilidad y afirmó que ningún oficial de las Fuerzas Armadas mentiría, aunque se negó a excluir la posibilidad de que el Pentágono contratara, para ello, a terceros. Más tarde, el Pentágono emitió un comunicado aclarando que “bajo ninguna circunstancia la oficina o sus contratistas diseminarán intencionalmente información falsa”. Pero el daño estaba hecho: según el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, al hacerse públicas las posibles actividades de la OIE, su credibilidad habría sido destruida. Lo mejor sería cerrarla.
Cerrada la OIE y reafirmada oficialmente la noticia de que no se nos va a mentir en las noticias oficiales emanadas de las fuerzas armadas estadounidenses… ¿podremos estar tranquilos en el resto del mundo o tendremos que pensar, por el contrario, que esa última ‘noticia oficial’ podría no ser más que la primera pieza de desinformación del programa de influencia estratégica? ¿Cómo saberlo ahora?