Más vale tarde que nunca
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier
Sub/versiones: La Nación: jueves 23 de febrero, 2006
“La tesis más innovadora del informe es que la pobreza persistente de América Latina puede, por sí misma, estar entorpeciendo el logro de tasas de crecimiento más altas.” La afirmación no viene de algún viejo panfleto radical sino del más reciente estudio del Banco Mundial sobre América Latina – “Reducción de la pobreza y crecimiento: círculos virtuosos y círculos viciosos” – en el que, poniéndose a tono con un cúmulo de investigaciones recientes (y otras no tan recientes, pero olvidadas), el Banco redescubre la posibilidad de “que la pobreza sea, en realidad, parte de la razón por la que un país muestra un desempeño bajo en cuanto a su crecimiento. Este punto de vista más elaborado – dicen – plantea la posibilidad de que haya círculos viciosos en los que un crecimiento bajo genera altos niveles de pobreza y estos niveles de pobreza, a su vez, hacen que el crecimiento sea bajo”. Es decir, que un país puede ser pobre porque no crece... y no crecer por ser pobre. Ya lo decía Nurkse allá por 1952: “un país es pobre porque es pobre”.
Cuestionando finalmente las recetas de crecer primero y redistribuir después, el informe destaca que muchos de los logros de los países hoy desarrollados en términos de lograr simultáneamente un alto crecimiento y una mejor distribución “parecen guardar relación con el mandato universal de educación básica y servicios de salud y con el establecimiento de Estados benefactores sumamente redistributivos”. De aquí que impulsar el crecimiento para que se reduzca la pobreza resulte tan importante como reducir la pobreza para que pueda haber crecimiento y, sobre todo, crecimiento de calidad. Esto es particularmente importante – afirma el estudio – para aquellos países de nivel medio como Argentina, Chile, Brasil, México, Costa Rica y Colombia, que “necesitan tanto mayor crecimiento como una considerable redistribución si quieren lograr un avance significativo en la reducción de la pobreza”.
¿Cómo lograr esto? De nuevo, renunciando a las recetas que pensaban que bastaba con dejar que los mercados funcionaran – get prices right – para que eventualmente el ‘goteo’ llevara el bienestar y los frutos del crecimiento a toda la población. Hoy, el Banco reconoce como conclusión principal que “transformar el Estado en un agente que promueva la igualdad de oportunidades y practique la redistribución eficaz es quizás el desafío más urgente que enfrenta América Latina a la hora de poner en marcha mejores políticas que estimulen el crecimiento y al mismo tiempo reduzcan la desigualdad y la pobreza”. Para Costa Rica, este ‘descubrimiento’ no podía llegar en mejor momento. Esperemos que realmente signifique que los organismos financieros ajustarán sus políticas y su condicionalidad a esta nueva retórica destinada a promover la sinergia entre crecimiento y redistribución.