Ni tan mal... ni tan bien
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier
Sub/versiones – La Nación: jueves 17 de febrero, 2005
Por hoy, permítame abrumarle con números y porcentajes porque, aunque no estamos tan mal... tampoco estamos tan bien. Podríamos estar mejor, pero... si no reaccionamos, corremos el riesgo de terminar peor. Uno de cada cinco de nuestros jóvenes – un 21% –están en la universidad y eso es algo, pero no tanto, pues en los países que se toman en serio los retos de la sociedad del conocimiento la cosa es muy distinta: en Nueva Zelanda, la cobertura universitaria es del 72%, del 82% en Corea y del 85% en Finlandia. Si bajamos un escalón hacia la secundaria, nuestra cobertura del 51% es claramente insuficiente: países como Panamá y Belice superan el 60% de cobertura; Uruguay y Chile superan el 70% y, claro, las naciones desarrolladas no bajan del 90% y aspiran a un alcance total.
Con gran esfuerzo, Costa Rica ha tenido el mérito de extender la cobertura de las telecomunicaciones a más de 360 de cada mil habitantes, superando a casi todos los países del continente – aunque no a todos: Chile prácticamente nos duplica, con sus 660 líneas por millar. Pero en el mundo desarrollado el juego es otro: hay más de una línea telefónica por persona. Frente a las 1071 líneas por mil habitantes de Nueva Zelanda, las 1391 y 1522 de Finlandia y Dinamarca, nuestras 362 líneas se ven realmente insuficientes. También hemos logrado que casi veinte de cada cien costarricenses sean usuarios de Internet – mucho más que en casi cualquier otro país de América Latina – pero, de nuevo, la distancia con quienes asumen este reto a fondo es casi espeluznante, pues en países como Nueva Zelanda, Finlandia, Dinamarca y Corea prácticamente la mitad de la gente ya es usuaria de Internet.
Estos rezagos, lógicamente, no son independientes de nuestra capacidad productiva y comercial. Como Uruguay y Chile, Costa Rica ha logrado elevar su productividad agrícola muy por encima de los estándares regionales, alcanzando un valor agregado por trabajador agrícola que se estima en $7874, $6412 y $5281 respectivamente. Si bien esto triplica los niveles de productividad que predominan en el continente – lo cual es un logro – es un logro que es a su vez triplicado, quintuplicado y más por países como Nueva Zelanda, Finlandia o Dinamarca, donde un trabajador agrícola agrega un valor de $29216, $42157 y $65264 respectivamente. A pesar de los esfuerzos, nuestra productividad agrícola sigue siendo incapaz de permitirnos competir de tú a tú en los mercados globales. Y si bien hemos tenido éxito al quintuplicar nuestras exportaciones, sigue siendo cierto que las exportaciones de $1882 por habitante de Costa Rica y $2205 de Chile, aunque ‘estrellas’ en su patio, todavía se ven muy mal frente a los $6289 de Nueva Zelanda y los $7235 de Corea, y eso por no hablar de los $15723 de Finlandia, los $18590 de Dinamarca y los $33000 que exporta Irlanda por habitante. Educación, infraestructura, producción. No estamos tan mal, no, pero tampoco tan bien y el tiempo apremia. Los retos están ahí...
Los datos fueron tomados de “World Development Indicators on line” World Bank