¿Película, parto, harén... o qué?
Leonardo Garnier

Sub/Versiones – La Nación: Jueves 30 de Enero, 2003
“Esto es como una película…” – dijo Eduardo Ayala, jefe negociador del TLC por El Salvador: “Estamos entrando al cine, está comenzando, y no sabemos ni podemos predecir qué va a pasar, pero podemos asegurar que el final va a ser de oportunidades para todos.” Su colega nicaragüense, Carlos Sequeira, no se quedó atrás en las metáforas: “Como cuando nace un niño, vemos esto con mucha alegría, pero ahora estamos en la sala de labor y no sabemos qué pasará con este niño.” Para el embajador de los Estados Unidos en Costa Rica, más que película o parto al que se asiste, “esta unión potencial se compara con un matrimonio exitoso (¡aunque este sea polígamo!). Como un matrimonio, la fase de cortejo permite aclarar muchos puntos y negociar, a la vez que podemos conocernos mejor.” Menos poético, nuestro presidente Abel Pacheco afirmó estar “sorprendido” porque algunas personas se oponen “a esto que puede ser una salvación”. “Ya están lejanos los tiempos en que nos daban espejitos y nosotros entregábamos nuestro oro.” “Vamos a entrar con paso firme al mercado más grande del mundo, y nada nos va a pasar”.
Si esas metáforas – película, parto, poligamia o tabla de salvación – estaban destinadas a tranquilizar… a mí, más bien, me dejaron preocupado, pensando cómo nos puede ir en estas negociaciones si esas figuras de verdad reflejan la comprensión y la actitud que los negociadores y nuestras autoridades tienen frente a lo que están negociando. ¿Qué busca Estados Unidos con el TLC? Según su Representante Comercial, “durante las negociaciones, la Administración Bush presionará por una amplia liberalización en el acceso a los mercados de bienes y servicios, incluyendo el comercio electrónico; por la eliminación de las barreras no-arancelarias; por el uso de sistemas científicos de inspección de alimentos; por una fuerte protección de la propiedad intelectual y de los inversionistas; por una creciente transparencia en las regulaciones gubernamentales; por un fortalecimiento de la capacidad de proteger a los trabajadores y el ambiente; y por mecanismos efectivos de resolución de disputas.”
¿Es esa es la película que estamos por sentarnos – pasivamente – a ver? ¿Es ese el parto al que vamos a asistir, ya con el bebé formado, a ver cómo sale? ¿No estaremos, más bien, nueve meses antes…? Y, en ese caso… ¿cómo nos irá en este ‘harén’ del que nos invitan a formar parte… y en el que “nada nos va a pasar”? ¿Qué buscamos nosotros con el TLC? ¿Cómo enfrentarlo? Si hay que escoger una metáfora, me quedo con la de nuestro ministro de Comercio Exterior, Alberto Trejos, para quien “es difícil decir que una casa es fea cuando aún no se ha construido. En este momento nadie, ni siquiera yo – dijo el Ministro – puede estar a favor o en contra del tratado.” En efecto, es una casa que está por construirse, una casa común en la que no sólo debemos caber todos… sino caber bien: no unos al servicio de otros. A como está el mundo, los centroamericanos no pueden enfrentar estas negociaciones con pasividad, ingenuidad ni timidez. Por el contrario, la región y cada uno de sus países debe – como afirmó Trejos – “defender con uñas y garrotes cada uno de sus intereses.” Estemos atentos, para que así sea.