¿Reforma agrícola en Inglaterra?
Leonardo Garnier

Sub/Versiones – La Nación: Enero 31, 2001
En Inglaterra – cuna de la Revolución Industrial – donde se gastan £3.000 millones al año en subsidios agrícolas, una comisión especial del gobierno acaba de hacer público un extenso y cuidadoso estudio que pretende sentar las bases para una profunda transformación agrícola. El reporte parte de una severa crítica a los viejos subsidios que no sólo han sido muy caros para el país – y para los consumidores – sino que han mantenido a los agricultores británicos en la modorra y el estancamiento. Mientras por el lado de la oferta enfrentan la amenaza de las importaciones, la presencia creciente de los supermercados les demanda un nivel consistente de alta calidad a precios cada vez menores.
Los agricultores – dice el reporte – pueden reducir sus costos mediante una mayor eficiencia, pueden agregar valor a sus productos y pueden diversificar su producción. Necesitan un mejor oído para identificar las tendencias del consumo. Tienen que ser mejores en mercadeo, mejores en entender su propio negocio, y mejores trabajando en conjunto con otros. Necesitan estar al tanto de toda la información relevante sobre los mercados y sobre los últimos desarrollos disponibles. Necesitan apoyo en investigación aplicable. Las cadenas de comercialización son un elemento clave en el que no sólo se requieren criterios rigurosos de eficiencia (benchmarking), sino instrumentos efectivos para evitar abusos contra los productores por parte de los principales detallistas.
Esquemas que certifiquen la calidad – como la marca “Red Tractor” en Inglaterra – resultan muy útiles para aumentar el valor de los productos agrícolas, y el reporte sugiere extenderlos para incorporar estándares ambientales y sociales. También permiten aprovechar el renovado interés por productos locales frescos (sobre todo después de las vacas locas) así como el aprecio creciente por productos regionales cuya identificación – sea whiskey de Escocia o café de Tarrazú – hace que se vendan a mejor precio. El reporte advierte que esto exige una mayor regulación, pues un mal producto desprestigiaría el mercado de todos. El gobierno, además, debe velar en sus negociaciones comerciales porque estos nuevos estándares no se presten para que los mercados sean inundados por productos de inferior calidad más baratos.
Finalmente, el reporte afirma que el gobierno debe jugar un papel crucial en este proceso, ya no mediante esquemas de sustentación de precios o subsidios directos, sino mediante el apoyo decidido al dinamismo del desarrollo rural y a crear las condiciones para una transformación agrícola capaz de garantizar tanto la sostenibilidad ambiental como el bienestar social. Destaca la importancia de acciones específicas hacia los pequeños productores, facilitando la cooperación, haciendo posible la innovación, compartiendo el manejo del riesgo de sus inversiones y, en especial, subsidiando los esfuerzos por la sostenibilidad ambiental de la nueva producción agropecuaria y rural. Todo ello demanda un enorme esfuerzo colectivo que – nos dicen – es impostergable en Inglaterra. Y uno se pregunta… ¿aquí no?