Sólo un gesto, pero un gesto digno
Leonardo Garnier

Sub/Versiones – La Nación: 18 de Abril, 2002
Una historia de terror. El 11 de julio de 1995 las tropas serbobosnias del general Radko Mladic entraron Srebrenica y asesinaron a unos 7500 hombres y niños desarmados. Esa población musulmana estaba bajo la protección de las tropas de la ONU, con un destacamento de cascos azules holandeses, pero éstas no intervinieron. En 1996, el gobierno holandés solicitó al Instituto de Documentación de Guerra un reporte sobre la masacre de Srebrenica. Esta semana – siete años después – el primer ministro holandés, Wim Kok, ha anunciado la dimisión en pleno de su Gobierno como consecuencia del Informe, recién finalizado. Una lección de dignidad y responsabilidad política.
Según el informe, una mezcla de motivaciones humanitarias y el deseo de elevar el prestigio internacional de su país habría llevado al Gobierno Holandés a impulsar un plan pobremente concebido para proteger a los 30.000 musulmanes que habitaban la ‘zona de seguridad’ de Srebrenica, en la antigua Yugoslavia. Cuando unos 1500 atacantes serbios, dirigidos por el General Ratko Mladic, avanzaron sobre la ciudad, los doscientos cascos azules holandeses, con sólo armas ligeras, acordaron no oponer resistencia. El documento concluye que el abandono de Srebrenica por los cascos azules holandeses, que no enfrentaron el avance del general Mladic y le ayudaron incluso a separar a los hombres y muchachos de las mujeres y los niños, facilitó, sin proponérselo, la aniquilación de los primeros, que fueron arrastrados a los sitios de ejecución en que serían “acribillados como bestias”. “Justo antes de la masacre vi a un soldado holandés sentado, llorando. Parecía como si supiera lo que nos iba a pasar. Pero nos fallaron” – dijo Azija Schomerovic. Su esposo fue uno de los hombres asesinados.
Es cierto que la renuncia de un gabinete no pasa de ser un gesto simbólico que no llega a hacer justicia a la magnitud de la tragedia. “Queremos justicia – y eso no se logra con que renuncien ministros. Queremos justicia en las cortes” – dijo Hasan Nuhanovic, que perdió a su padre y hermanos en la masacre. Tiene razón: el General Mladic, acusado de genocidio, sigue libre y es considerado un héroe por los nacionalistas serbios. Debe hacerse justicia. Pero también es cierto que, en un mundo cada vez más acostumbrado a las excusas, a las culpas compartidas y repartidas hasta que se desgastan, a los falsos arrepentimientos sin consecuencia, y a que nadie quiera asumir sus responsabilidades, el gesto de Kok y su gabinete se agiganta. Y, a mis ojos, se agiganta especialmente quien primero planteó en público la necesidad de esta renuncia: el Ministro del Ambiente Jan Pronk, que en 1995 era Ministro de Cooperación y Desarrollo y que – desde ambos cargos – ha sido un extraordinario colaborador con nuestros programas de desarrollo sostenible.
Cierro con las palabras de Kok al Parlamento Holandés, al anunciar la renuncia en pleno del gabinete: “La comunidad internacional es anónima, no tiene una cara, y no puede hacerse responsable. Yo sí tengo, y sí puedo. Y lo voy a hacer”. Mis respetos. ¡Y que la justicia no se detenga!