¿Sin eso... tiene sentido el TLC?
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier Sub/versiones – La Nación: jueves 28 de abril, 2005
Hablamos de integrarnos inteligentemente al mundo y de hacerlo a base de mano de obra calificada y bien remunerada; pero casi tres cuartas partes de nuestra gente no terminan la secundaria ni tiene salida hacia un sistema de educación técnica de primer nivel. Y de los que pueden estudiar, muchos reciben una educación mediocre e irrelevante. Tampoco tenemos una política del conocimiento, una política científico-tecnológica. Eso no es culpa del TLC. No se arregla si aprobamos el TLC. Tampoco si no lo aprobamos. Pero estemos claros en algo: no tiene mucho sentido aprobar el TLC sin corregir ese vacío.
Hablamos de encadenamientos productivos, de clusters, de integrar la producción para que las actividades más exitosas dinamicen y potencien al resto de la economía; pero más de tres cuartas partes de nuestras empresas – medianas y pequeñas – no tienen recursos ni condiciones para aumentar su inversión, elevar su productividad, mejorar su administración y la calidad de sus bienes y servicios como para poder vincularse a las actividades más dinámicas. Eso tampoco es culpa del TLC. Tampoco se arregla si aprobamos el TLC... o si no lo aprobamos. Pero estemos claros en algo: no tiene mucho sentido aprobar el TLC sin corregir ese vacío.
Nos encanta hablar de nuestros campesinos, sin recordar que es en el campo donde se concentra la peor de las pobrezas, en esas actividades agrícolas de subsistencia, donde las familias y las pequeñas fincas, o los más pobres asalariados rurales constituyen uno de los sectores más maltrechos de nuestra sociedad, con menores ingresos, con las condiciones de vida más duras, casi sin oportunidades pero con todos los riesgos. De nuevo, no cabría culpar de esto al TLC. Y no podemos ser ingenuos: la vida de estas y estos costarricenses no va a mejorar – ni a empeorar – porque aprobemos el TLC o porque no lo aprobemos. Pero estemos claros en algo: sin corregir este vacío, no tiene mucho sentido aprobar el TLC.
Decimos que le apostamos a las exportaciones, al turismo, a los servicios de alto valor agregado. Fantástico pero... ¿dónde está la infraestructura? Nuestros puertos – por donde entran y salen bienes y turistas – están entre los peores del mundo. La red vial no da abasto en el centro... ni en ningún otro lado: tenemos huecos con calles, fábricas de accidentes y presas que frenan la vida social y la economía. Pero no somos capaces de invertir en esa infraestructura sin la cual el país no puede crecer y mejorar. Por supuesto, eso no es culpa del TLC. Nuestra infraestructura no empeora... ni mejora si aprobamos o si rechazamos el TLC. Pero ¿de qué serviría un TLC en un país que no puede ni siquiera mantener su infraestructura? Hasta aquí... la mitad de la historia. Sigo de hoy en ocho.