¿Soez, grosero, obtuso, agrio e incoherente?
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier
Sub/versiones – La Nación, Costa Rica: jueves 10 de marzo, 2005
“Leonardo Garnier nos asalta e insulta con una chapuza de miedo. Aparte de lo soez de la redacción y de las incongruencias argumentativas – denuncia vehemente el padre Mauricio Víquez – Garnier se muestra grosero, agrio e incoherente. / En su reducida comprensión de la realidad “iglesia” / la llama insensata, insensible, inconsistente y poco honesta. / ¿De qué iglesia habla Garnier? Si es de la que él piensa, al referirse a la “perrita”, al “hulito” y a la “birra”, pues no sé, depende de lo obtuso de su visión eclesial. Pero si se refiere a la Iglesia, así, con mayúscula / o la ira le provocó la desconexión automática de la pluma con respecto a la prudencia o hizo muy notorio que nunca ha tenido en sus manos ni un catecismito que le explique el abecé de la Teología”.
Yo – de quien se dicen tales cosas – lamento que personas como el padre Víquez se hayan sentido ofendidas por mi referencia a “perritas”, “birras” y “condones” al cuestionar ciertas actuaciones de las autoridades de la Iglesia Católica. No era mi intención ofender aunque, confieso – sin arrepentimiento – que sí pretendía molestar, incomodar y, ojalá, provocar. Porque tenemos que provocar reacción cuando fallan las autoridades de una de las instituciones más importantes e influyentes de la historia y, tras que fallan – y ese es su mayor pecado – en lugar de reconocerlo, pedir disculpas y corregirse, insisten en desviar nuestra atención y hasta en falsear los hechos. En todo caso, me disculpo por las ofensas, si es que las hubo, pero exijo respuesta a mis provocaciones. No me satisface que el padre Víquez – o mi amigo, el padre Glen Gómez – se den por ofendidos por la forma y usen eso como excusa para no referirse a los hechos de fondo.
Víquez dice que no doy argumentos y, Gómez, que confundo gordura con hinchazón, pero ninguno dice nada sobre los intentos evidentes de las autoridades eclesiales por esconder, falsear y justificar la muerte de la perrita de Tibás. ¿Estuvo bien matar a la perrita? ¿Estuvo bien decir que no la habían matado sino llevado a un refugio? ¿Estuvo bien insinuar contra toda evidencia que era un animal peligroso? Tampoco dicen nada sobre las miles de muertes diarias – y de abortos – que podrían evitarse en el mundo con el simple uso del condón, mientras los obispos católicos se oponen, aquí y en África, al hulito. ¿Es ético permitir esta masacre? ¿Es sensato? ¿Es sensible? El padre Víquez me pide que sea serio... pero sostiene que una educación sexual científica para los jóvenes “no es otra cosa que información anatómica y fisiológica cuasianimal...” ¿Será? Y ni qué decir sobre las “birras” a cuyo consumo se opone la Iglesia al mismo tiempo que posee y lucra de acciones de la Cervecería Costa Rica. Ah... pero sus autoridades se justifican afirmando – a sabiendas de que no es cierto – que esas acciones no corresponden a la producción de cerveza, sino a la de agua y refrescos. ¿Se vale mentir así... y luego atacar a quien lo denuncia? Si mis argumentos son falsos, por favor, corríjanme: me disculparía de inmediato. Si no...