Tres lecturas de una elección*
Leonardo Garnier

Sub/Versiones – La Nación: 7/02/2002
Una primera lectura de la elección del domingo surge desde la ideología. Hace ya tiempo que las posiciones de las dos fuerzas políticas mayoritarias parecían venirse acercando gradualmente o irse, incluso, diluyendo: Liberación se movía del centro-izquierda al centro, al que la Unidad llegaba desde el centro-derecha, dejando un margen cada vez más amplio de electores insatisfechos hacia ambos lados del espectro. Mientras no hubo competencia creíble, Liberación siguió siendo la mejor opción para los progresistas – con la colaboración del sectarismo suicida de Fuerza Democrática – y la Unidad, la única opción de los conservadores. Pero en política, como en física, los vacíos tienden a llenarse: el espacio hacia la izquierda del PLN fue bien aprovechado por el PAC, lo que provocó, incluso, la desaparición electoral de Fuerza Democrática; el espacio a la derecha del PUSC fue capitalizado por el Movimiento Libertario. Paradójicamente, esa insuficiencia crónica en el espectro ideológico encontró salida en el oportuno surgimiento de dos fuerzas políticas opuestas: el PAC y el Libertario.
Una segunda lectura surge desde el terreno de la moral pública. A pesar de lo que puedan haber dicho don Abel y don Rolando, y a pesar incluso de lo que puedan haber hecho ellos o sus partidos por enfrentar la corrupción en sus gobiernos de turno, el hecho es que los costarricenses han sentido que el problema seguía creciendo y que los esfuerzos por contenerla eran insuficientes o retóricos. Frente a la corrupción, el PAC y el Libertario coincidieron no sólo en ser más drásticos en sus declaraciones y propuestas, sino en la ventaja que les daba el no haber sido, aún, gobierno. Esto podría explicar otra parte de sus votos.
Una tercera lectura surge desde la retórica anti-política que ha venido sembrando desencanto en un terreno de por sí bien abonado por las porquerías de más de un dirigente político, por el enfoque deprimente de algunos medios y por nuestra propia irresponsabilidad de ciudadanos. La retórica dio sus frutos y, en lugar de participar activamente – opinando, criticando, concursando o votando –, muchos ciudadanos han optado por lo más fácil: no hacer nada, abstenerse, refugiarse en el cinismo.
En las primeras dos lecturas, los resultados de esta elección obligan al remozamiento de nuestra vida política: los partidos deberán afinar el menú de sus propuestas estratégicas y avanzar hacia un tipo de política más transparente, más discutida, más representativa, más participativa, más sujeta al escrutinio ciudadano y, por tanto, menos propensa al oportunismo clientelista y a la corrupción. En la tercera lectura, sin embargo, aumenta el riesgo de que sea el escepticismo apático el que gane la partida. La responsabilidad que hoy enfrentan los partidos políticos, los medios de comunicación, y todos nosotros, es la de recuperar la política. Bienvenidas, por eso, las nuevas fuerzas políticas, la nueva composición de la Asamblea Legislativa y la oportunidad de una segunda ronda presidencial. Esperemos, eso sí, que todo esto no termine en un ‘domingo 7’.
* Este domingo 3 de febrero, las elecciones presidenciales y legislativas en Costa Rica arrojaron un resultado inédito que obligará a una segunda ronda, a realizarse el próximo domingo 7 de abril. El Partido Acción Ciudadana – un partido nuevo surgido hace apenas 14 meses bajo el liderazgo de su candidato Ottón Solís, quien fuera hasta entonces militante del Partido Liberación Nacional – logró el tercer lugar con una altísima votación del 26%, lo que dejó a Rolando Araya, candidato de Liberación Nacional, con un segundo lugar muy escuálido – con un 31% de los votos – y al candidato ganador Abel Pacheco, del Partido Unidad, con sólo un 38.5% de los votos, insuficiente para ser declarado ganador en la primera ronda. Curiosamente, a pesar de la nueva amplitud de la oferta política, el abstencionismo se mantuvo muy elevado, alcanzando el 31%. En términos legislativos, el tradicional predominio del Partido Unidad y el Partido Liberación también se vio cuestionado por el surgimiento del PAC como una notable tercera fuerza, y por el crecimiento muy significativo del Movimiento Libertario. Mientras la Unidad parece haber obtenido 18 diputados y Liberación 17, el PAC alcanzó 13 en esta, su primera incursión electoral, y el Libertario pasó de tener un diputado en el actual congreso a tener 6 en el próximo.