Una oportunidad histórica
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier Sub/versiones: La Nación, jueves 2 de marzo, 2006
El resultado de las elecciones no podía haber sido más interesante. Oscar Arias le ganó por un pelo la presidencia a Ottón Solís que, al perder por un pelo, resultó también ganador: la diferencia de 18 mil votos (el 1.12% de los votos válidos) es la más apretada desde el triunfo de José Joaquín Trejos sobre Daniel Oduber en 1966. El Partido Liberación Nacional (PLN) elevó su votación respecto a las elecciones pasadas logrando una mayoría legislativa de 25 diputados, pero no una mayoría absoluta, lo que lo obliga a una actitud de apertura y negociación. El Partido Acción Ciudadana (PAC) avanzó también, obteniendo 17 o 18 diputados que lo convierten en la segunda fuerza política del país. El Movimiento Libertario no creció, pero mantuvo su peso legislativo, con 5 o 6 diputados; y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), ganador de las últimas dos elecciones, sí acusó un duro golpe al quedar con solo 4 o 5 diputados, seguido por otros 4 o 5 legisladores independientes.
Este escenario podría inaugurar una nueva época en la política costarricense. Por más de veinte años, luego de la gran crisis de 1979-1982, Costa Rica pasó por un proceso de estabilización y ajuste que logró recuperar una precaria estabilidad y un crecimiento frágil, aumentando y diversificando las exportaciones e, incluso, revirtiendo el empobrecimiento dramático producido por la crisis (y que, hoy, algunos olvidan). Pero el proceso tuvo también defectos importantes – como el debilitamiento de la clase media, el deterioro institucional y el aumento en las desigualdades – provocados tanto por las restricciones financieras que enfrentaba el país como porque el balance político había girado hacia un eje de centro-derecha que sesgó la interacción entre los dos partidos dominantes: el PLN y el PUSC, en lo que muchos – a veces con, a veces sin razón – llamaron el PLUSC.
Esta elección parece estar marcando el final de esa etapa. Se evidencia un interesante giro hacia el centro-izquierda que reflejaría tanto el descontento y la desesperanza que surgen por las insuficiencias de nuestro desarrollo reciente y las amenazas que se ciernen sobre él (de ahí el crecimiento del PAC), como el reconocimiento de los logros del pasado y la necesidad de que el país retome el rumbo y vuelva a avanzar (de ahí el triunfo del PLN). Podría estar abriéndose la posibilidad de un nuevo tipo de acuerdo político que me parece no solo interesante sino positivo. Un acuerdo que balancee las demandas del dinamismo económico – sin el cual no puede haber bienestar – con las necesidades igualmente apremiantes de la equidad, la movilidad social y la redistribución; que integre el mejor funcionamiento de los mercados, la apertura y la iniciativa privada, con la reconstitución de las políticas públicas y la responsabilidad del Estado y sus instituciones en garantizar que el desarrollo sea dinámico y solidario: beneficiando a todos, no solo a “los ganadores”. Podría ser una oportunidad histórica. Ojalá lo entendamos... y no la dejemos pasar.