¡Universalizar la secundaria!
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier Sub/versiones (ampliadas) – La Nación: Costa Rica, jueves 3 de noviembre, 2005
¡Universalizar la educación secundaria... y hacerlo ya! Ese es el principal reto que nos plantea el último Informe del Estado de la Nación. A estas alturas del siglo XXI debiera darnos vergüenza estar planteándonos en Costa Rica una meta mínima que debió estar cumplida hace al menos veinte años... pero lo cierto es que, en este campo, vamos como el cangrejo: hoy, la escolaridad promedio de la población nacida en 1982 es más baja que la de quienes nacieron en 1959. La escolaridad promedio de la población costarricense de 18 a 64 años es de apenas 8.4 años... es decir, ni tercer año de secundaria completo. ¡Y eso es en promedio!
Por eso tenemos que universalizar la secundaria: porque ahí está el talón de Aquiles de nuestro sistema educativo, su eslabón más débil: el que, en lugar de unir... revienta la cadena educativa y fragmenta la economía y la sociedad. Como bien destaca el informe, la secundaria tiene múltiples efectos benéficos: crea mejores condiciones para elevar la productividad, disminuir las brechas de la equidad y fortalecer la cultura democrática. ¿Hace falta explicarlo? Solo una población más educada puede aspirar a empleos que sean, al mismo tiempo, más productivos y mejor remunerados; y solo ese tipo de empleos puede dinamizar el crecimiento de la economía sin quebrar la sociedad en dos... como se nos está quebrando. Sólo una sociedad más educada y solidaria puede evitarlo. Esto se hace evidente cuando analizamos el tipo de ocupación que obtienen los trabajadores de acuerdo al nivel de educación que hayan alcanzado, como se muestra en el gráfico que se adjunta al final.
Prácticamente la totalidad de los que no tienen educación, un 88% de los que apenas completaron la primaria y un 76% de los que no pasaron del primer ciclo de secundaria solo ocupan puestos de baja o ninguna calificación – y, lógicamente, de muy baja remuneración. Apenas un 10% de los que completaron la primaria y un 19% de los que se quedaron con el tercer ciclo de secundaria, obtienen trabajos semi-calificados; y un porcentaje mucho menor – un 2.3% y un 5.1% obtienen algún trabajo técnico. La mitad de los que completaron la secundaria, pero no pasaron de ahí, tienen también que contentarse con trabajos de baja calificación e ingreso, aunque un 31% y un 17% logran ubicarse en trabajos semi-calificados o técnicos. Solamente quienes superan la secundaria logran ubicarse mayoritariamente – en un 66% - en trabajos de mediana y alta calificación – y por eso decimos que la secundaria es el punto de quiebre, el piso, y no el techo de un sistema educativo moderno – aunque un 20% se quedan en ocupaciones técnicas y un 13% en ocupaciones de baja calificación. Las cifras no podrían ser más claras: las ocupaciones técnicas y de alta calificación tienen un piso: la secundaria. Con menos de eso, nuestros jóvenes sólo podrán aspirar a algunos oficios técnicos y, sobre todo, a los empleos de baja o calificación e, insistimos, baja remuneración. ¿Por qué es esto tan grave? Porque como bien muestran los datos, hoy por hoy, menos de un 20% de los trabajadores entre 20 y 29 años están trabajando en ocupaciones técnicas o de alta calificación, apenas un 17% en ocupaciones semi-calificadas y la gran mayoría – un 63%, casi dos terceras partes – están ubicadas en ocupaciones de baja o ninguna calificación... y de baja remuneración.
Por eso la secundaria es tan importante... pero entendámonos: es importante como el piso, no como el techo de nuestro sistema educativo. Y no estamos, siquiera, alcanzando ese piso. Es cierto, prácticamente todos nuestros niños y niñas entran a primer grado pero, a partir de ahí, la mazorca se empieza a desgranar. Hay una enorme fuga cuando llegan a sexto grado... pero no siguen a sétimo; como si creyéramos que con el sexto... ¡ya cumplimos, ya les dimos educación! Luego el éxodo continúa, con otro gran salto entre noveno y décimo: no pasan del tercer ciclo al cuarto ciclo diversificado. El resultado es bestial – y no exagero – pues, de cada cien que entran a primer grado, menos de treinta y cinco terminan la secundaria y, para terminarla, tardan en promedio 9.4 años. Solo una tercera parte se gradúa... y durando el doble: así está nuestra secundaria – y eso, sin hablar de calidad y desigualdad... que ya sabemos: en muchos casos, da grima.
Universalizar la secundaria y, sobre todo, hacerlo bien, no se logra con una única medida; habrá que hacer muchas cosas. Frenar el desgrane empezando por sus discontinuidades álgidas. Resolver las carencias de primaria que promueven el fracaso en secundaria. Avanzar hacia una secundaria que resulte atractiva y útil para los estudiantes. Elevar la motivación, la formación y capacitación docente. Mejorar la infraestructura y el entorno de aprendizaje. Atender a los sectores y regiones más rezagados o con problemas especiales. Usar la evaluación como medio correctivo y no como autopsia. Aprovechar las nuevas tecnologías para el aprendizaje y, en especial, para cerrar brechas. Fortalecer los programas exitosos... y cerrar otros; etc. Todo ello exige invertir más en educación y, sobre todo – y esto no es retórica – exige que, como sociedad, asumamos como propio el reto que nos han lanzado: ¡Universalizar la educación secundaria...y hacerlo ya!