Y cada voto... ¡contó!
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier Sub/versiones: La Nación, Costa Rica, jueves 9 de febrero, 2006
Si algo demostraron estas elecciones es que los votos cuentan: cada voto cuenta. Hoy probablemente habrá mucha gente recriminándose por no haber votado o, incluso, por haber votado así y no asá. Algunos votaron a ganar y ahora se dan cuenta de que otro podría haber ganado con su voto. Otros, aunque suene raro, votaron a perder, es decir, por algún candidato que no iba a ganar, pero que sería bueno que sacara más votos; o contra el que iba a ganar, pero mejor no por tanto... o no por mi voto. Están quienes simplemente no votaron: por irresponsabilidad, por hastío con la política o porque de verdad creyeron que un voto más para acá o para allá nunca hacía diferencia. La pregunta crucial, aunque su respuesta ya no tenga impacto, es: ¿cómo habría votado usted si hubiera sabido lo que iba a ocurrir?
Todo esto debiera ayudarnos a entender mejor una elección aparentemente tan distinta a lo que se pronosticaba: ¿Cómo es que Ottón Solís, a quien las últimas encuestas –aún al cierre de las urnas– ubicaban en un 31%, subió al 40%; mientras Oscar Arias bajó del 44% al 40%? ¿Qué pasó? Hay mucho que analizar, es aún temprano y tenemos poco espacio. Jorge Guardia ya adelantó un elemento explicativo: “el electorado se polarizó alrededor del TLC y la apertura y se formaron –dice– dos grandes bloques ideológicos”. Yo creo que la polarización expresaba, además, un descontento contra eso que se ha llamado “la política tradicional”, que afectó sobre todo al PUSC pero también al PLN: muchos querían algo nuevo o, al menos, castigar un poco a los que consideraban “los de siempre”.
Ante la inusitada variabilidad de las encuestas, mucha gente quiso hacer valer su voto. Por eso Otto Guevara, que capturaba hasta un 15% de apoyo en las encuestas, se quedó al final en un 8%, mostrando que una buena parte de lo que parecía ‘voto libertario’ no lo era tanto sino, más bien, un voto que apostaba por algo nuevo y por un candidato más joven y enérgico, en lo que Otto se parecía más a Ottón que a Oscar Arias. El resto de los candidatos, cuyo apoyo sumado llegaba al 13% en las encuestas, cayeron también al 8%. El abstencionismo se estimaba en 38% pero quedó en 34%, que sigue siendo alto, pero menor al proyectado. Arias sostuvo el apoyo que le daban los últimos sondeos, que ya reflejaban una pérdida respecto a encuestas anteriores; pero la mezcla de un menor abstencionismo y esa fuga o quiebre de votos para presidente hacia quien, con una campaña que pegó bien al final, logró ubicarse como único retador viable... nos llevó, no a la segunda ronda que algunos preveían –y otros temían– sino a un imprevisto cierre que se resuelve por la mínima diferencia. Ahora nos toca descubrir qué enseña y qué inaugura esta elección en términos de la política costarricense que, pase lo que pase, no será igual.