Leonardo Garnier

Leonardo Garnier Acercarse a la Universidad después de cuatro años de ausencia le provocaba una extraña sensación. Cuatro años ¿tan rápido pasaron? no parece, pero aquí estoy de nuevo, París y Sorbona a cuestas, otro y el mismo, aquí, de vuelta. Apuraba el paso conforme se sentía más cerca....

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Leonardo Garnier Un día apareció en medio de ellos un pequeño conejo verde. Se sorprendieron, pues aunque no era particularmente feo, era extraño. El jueves en la noche se reunieron varios de ellos y, como si fuera inevitable, el tema salió a relucir de la peor manera. ¿Qué vamos a hacer con...

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Leonardo Garnier Los hombres llegaron solos. Cabizbajos. Como si les pesara amargo el silencio de la noche. Se fueron amontonando alrededor de la vieja aldea o, más bien, alrededor de las cenizas tristes y aún cálidas que señalaban, junto a los quejumbrosos escombros y algunas pocas paredes erguidas,...

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Leonardo Garnier Se le fueron ensuciando las manos conforme las miradas ajenas le recriminaban –o eso creía él— que hubiera salido del baño sin lavarlas cuidadosamente. Claro que las había enjuagado, la derecha al menos, pero no, con jabón no. Sus manos estaban prácticamente limpias. ¿No?...

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Leonardo Garnier Lentamente, el viejo alza la cuchara dubitativa hacia su boca desdentada y escéptica. La sopa tibia, amarillenta, insípida, es el alimento más agradable que sirven en el asilo al que sus eufémicos hijos llaman hogar de ancianos, sin querer darse cuenta de que un hogar debe invocar...

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Leonardo Garnier La sílaba húmeda se resbaló entre sus dedos. La carta cayó al suelo, con el olvido y el rencor y la tristeza. Ya nada importaba. La transparente montaña de recuerdos lo separaba más y más de la que fue, de la que pudo ser su mujer. Pero ya no. Nunca más. El tranvía avanzaba...

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Leonardo Garnier Era una palabra vieja que deambulaba sola entre las páginas del gran libro, y hacía mil y otra noches que no completaba argumento alguno. En las primeras seiscientas noches se había hecho acompañar por una coma, más joven que ella. Pero después de tantas veladas sin sentido, otros...

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Leonardo Garnier Pocas veces sus sentimientos habían cambiado tanto y tan rápidamente. Acaso ni siquiera habían cambiado, sino que se habían conjuntado de golpe, en una marea inconsistente y ambigua que le hacía sentir a un tiempo dulce, ligero y amargo; cálido, severo y eterno. Todo ocurrió en...

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Leonardo Garnier -Hace días quería decírtelo Isabel, pero es que vos nunca estás sola. Isabel siguió buscando en su bulto de colegiala coqueta. -¿Qué hay de tarea para mañana? -Que te quiero, Isabel, que no puedo dormir en las noches, ni poner atención en clase, ni… -¿Nada, ni en Mate?...

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Leonardo Garnier El ministro, muy bien vestidito, se reunió con los muchachos del Fondo (también muy bien vestiditos). No pudieron llegar a un acuerdo, al menos no en las primeras dos horas. El ministro insistía en que la corbata no, que era un regalo de su esposa y que ni hablar de eso. Los muchachos...

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