Regateando educación
Leonardo Garnier

Leonardo Garnier
La Nación, 2/3/01
Según el propio Ministerio de Hacienda, el déficit del Gobierno Central del año 2000 representó un 3% del PIB. Pero ¿de cuál PIB? ¿Del que resulta de la nueva metodología utilizada por el Banco Central, o del que se venía utilizando con anterioridad, y que era un 30% más bajo?
Lógicamente, el cálculo con que el Ministerio nos dice que el déficit es del 3% utiliza el ‘nuevo PIB’ del año 2000, que fue de ₡4.8 billones. Si hubiera utilizado el ‘viejo PIB’ el déficit de ₡140 mil millones habría parecido mucho más alto: más de un 4% del PIB. Pero claro, al Ministerio de Hacienda le parece que lo correcto es usar la nueva metodología.
Yo coincido. Pero lo que no entiendo, es por qué cuando se trataba de cumplir con la norma constitucional que dice que la inversión en educación no puede ser menor al 6% del PIB, el mismo Ministerio de Hacienda argumentó lo contrario: que había que usar el PIB medido con la vieja metodología, lo que da un 30% menos de inversión educativa.
Como sabiendo que esa decisión no era legítima, el Ministerio emitió un decreto en el que justifica el uso del ‘viejo PIB’ aunque, curiosamente, decía que como el gobierno tenía gran interés en la educación, se irían acercando a la nueva definición a un ritmo de 10% por año. Es decir, calcularían el 6% del ‘viejo’ PIB y a eso le agregarían un 10% cada año, hasta llegar al 6% del ‘nuevo’ PIB en el año 2011.
Una retórica sorprendente: ¿Por qué, si el Ministerio creía que era correcto usar el ‘viejo’ PIB, introducía entonces un procedimiento para llegar en diez años a usar el ‘nuevo’ PIB? Sin embargo, a pesar de la debilidad del argumento, a pesar del alegato de la Defensoría de los Habitantes, y a pesar de los razonamientos que en ese mismo sentido hizo la Procuraduría General de la República, el decreto de Hacienda le pareció razonable a la Sala Constitucional: el PIB oficial no sería el medido por el Banco Central con su nueva metodología, sino el ‘viejo PIB’ más un 10% anual. El truco funcionó: ganó Hacienda, perdió la educación.
Pero hoy, el truco se ha hecho evidente cuando, para calcular su propio déficit, el mismo Ministerio de Hacienda utiliza no el viejo sino el ‘nuevo PIB’, ese PIB más alto que no quiso usar como base para calcular la inversión educativa. Pero claro, la nueva metodología, al indicar que el PIB es mayor, resulta en un déficit menor. Por eso, lógicamente y sin ruborizarse, el Ministerio usa el nuevo cálculo del PIB para decirnos que el déficit fiscal es de ‘sólo’ un 3%.
Y tiene razón el Ministerio pero... ¿no debió ser igualmente razonable a la hora de decidir cuánto es lo menos que debemos invertir en educación? ¿Por qué argumentó ante la Sala Constitucional, y ante todos nosotros, que no era correcto usar la nueva metodología del PIB para calcular ese mínimo de inversión educativa y ahora, cuando de lo que se trata es de minimizar el déficit, nos viene a decir que la metodología correcta es la nueva?
Esto ha sido una burla. La Sala fue burlada, pues creyó de buena fe en los argumentos del Ministerio de Hacienda. Los engañaron. Nos engañaron a todos. Afortunadamente, en menos tiempo del que podíamos haber esperado, el propio Ministerio de Hacienda pone en evidencia el engaño. Ahora, por favor, terminen de corregir la torta: si calcularon su déficit con el ‘nuevo’ PIB de ₡4.8 billones, calculen también con ese PIB la inversión educativa, lo que daría unos ₡290 mil millones. No nos regateen educación. Eso es lo menos que Costa Rica merece.