Los nuevos programas de Estudios Sociales: entender quiénes somos y a qué aspiramos
Leonardo Garnier

No es posible hacer un cambio profundo en una asignatura tradicional sin levantar las protestas de quienes, por años, se han sentido confortables en la rutina. Así ocurrió con Educación Cívica, con Matemáticas, con Lógica en Español, con Vida Cotidiana y Artes Industriales y, claro, con la Educación para la Afectividad y la Sexualidad. No hay cambios significativos sin reacciones... pero bienvenidas las reacciones: en cada reforma las hemos recogido, las hemos estudiado, hemos incorporado lo pertinente, y hemos avanzado con las reformas. Lo mismo buscamos con Estudios Sociales. Ya lo hicimos en Primaria, estamos ahora discutiendo la propuesta para Secundaria. Lo distinto - esta vez - ha sido la beligerancia y hasta el irrespeto de algunos opositores a la propuesta que, a falta de argumentos, han recurrido a denunciar las “ocurrencias bien maquilladas en su forma pero con un contenido desastroso o nulo” de un ministro que es “una fanfarria de efectos al mejor estilo Hollywood” y a asustar - otra vez el miedo - con el “tétrico precedente en los de Educación Cívica”. Aún así, a pesar de los epítetos, falacias y ataques personales, por respeto a las y los docentes de Estudios Sociales, a nuestros asesores y -sobre todo - a los estudiantes y sus familias, respondemos las críticas ya que esto nos permite precisar los objetivos de la propuesta y facilitar su comprensión. Del popurrí memorístico a la memoria histórica Empecemos por el principio: urgía reformar el programa vigente porque ese sí que es un popurrí abarrotado de contenidos inconexos que los estudiantes deben memorizar para llegar a repetir en un examen. No hay hilo conductor, no hay lógica, no hay secuencia: hay temas históricos y temas geográficos repartidos y repetidos a lo largo de los trimestres, hay fechas y lugares y -sobre todo- lugares comunes que los estudiantes deben “aprender”; pero no hay sentido, no hay interpretación, no hay integración de tiempo y espacio. Esta visión memorística y bancaria reduce además los “estudios sociales” a algunos de sus componentes históricos y geográficos, dejando de lado otros campos disciplinarios - como la sociología, la economía, la política, la antropología y la sicología social - cuyos fundamentos deben ser también parte de la formación secundaria en Estudios Sociales, si queremos que los estudiantes realmente tengan herramientas para entender y transformar la sociedad en la que viven, y no simplemente repetir la receta que alguien preparó para ellos. Nuestra propuesta parte de lo que hemos aprendido en reformas exitosas anteriores, como la de Educación Cívica, que lejos de tétrica ha sido refrescante. En Cívica dimos un salto del enfoque memorístico y normativo a la contrucción de saber ciudadano. Nuestros jóvenes de hoy reconocen con claridad en qué consiste la condición ciudadana y los derechos y responsabilidades que implica para con la sociedad. El aprendizaje parte de la vivencia cotidiana, conecta con el plano histórico, normativo e institucional, haciendo que cada estudiante adquiera conocimientos, desarrolle actitudes y se apropie de lo cotidiano revestido de sentido. Estudiantes y docentes nos han preguntado muchas veces: ¿Por qué no enseñamos Sociales como enseñamos Cívica? Pues bien, guardando las diferencias propias de ambas asignaturas, eso es lo que buscamos con la nueva propuesta: unos Estudios Sociales que realmente interesen al estudiante y le brinden un aprendizaje significativo de su realidad, bien ubicado en el tiempo y en el espacio y con elementos de interpretación que les permitan entender y no meramente repetir; que le permitan sentirse actor, y no solamente relator de la historia. Historia, geografía y guerras: poner las cosas en su contexto Se ha dicho - y es falso - que en la nueva propuesta se "elimina por completo la geografía y la historia pierde su historicidad". Lo que ocurre es que el programa no es lineal, sino que está diseñado para articular sus contenidos a partir de énfasis temáticos por año (economía, cultura, ambiente, sociedad y política) de manera que en cada proceso se tengan en cuenta sus conexiones históricas y geográficas y sus vínculaciones disciplinarias. No hay nada más inconexo que la enseñanza de la historia como secuencias saltonas de fechas y acontecimientos asperjados de lugares; y eso es justamente lo que se quiere corregir. También es falso que - como se ha dicho ante diversos medios - la propuesta elimine eventos tan importantes como las guerras mundiales. Por el contrario, estos eventos se estudian pero no como un dato más a recordar, sino como procesos que tienen un contexto histórico, geográfico, cultural, político y económico. Nuestras y nuestros jóvenes viven en sociedad, y por ello la propuesta está anclada a la vivencia cotidiana de lo social. Queremos que los estudiantes conozcan Costa Rica, el mundo y su historia partiendo de un presente con sentido, interpretándolo críticamente y proporcionando elementos para su transformación. Así cuando hablamos de política y democracia podemos rastrear el origen universal del término, estudiando procesos de la historia universal y continental, y comprender al mismo tiempo los alcances de nuestro arreglo político nacional. Estos procesos deben entenderse, además, en clave geográfica. ¿No es maravilloso que nuestros estudiantes puedan discutir el comportamiento electoral de los costarricenses a la luz de los mapas de participación electoral que hoy estan disponibles? O si pensamos en desastres naturales: ¿No es más sencillo, profundo y útil el estudio de cuencas hidrográficas a partir de eventos reales y cercanos, como las inundaciones o las carencias de agua; o que el estudio de la tectónica de placas se haga desde el análisis de la sismicidad del territorio nacional? De ese tipo de interacciones está cargada la propuesta que algunos llaman "demasiado light". La nueva propuesta no es “light” pero sí es mucho más clara que el popurrí de hechos-fechas-lugares que actualmente memorizan los estudiantes en Sociales. Se nos acusa de querer imponer un programa en forma inconsulta: de nuevo ¡es falso! Todas nuestras reformas han sido ampliamente discutidas y esta no es la excepción. En su elaboración participaron docentes y asesores - no todos, es cierto - junto con asesores y expertos externos. Al igual que todos los programas, al ser elevado al Consejo Superior de Educación, pasa al proceso de consulta ante las universidades, los gremios y otras instancias. Con las críticas y sugerencias que se reciban durante este mes se revisará y corregirá para luego considerar su aprobación final. Una visión transformadora y crítica de nuestra vida social Las principales fortalezas de nuestra propuesta son su coherencia temática, su articulación interdisciplinaria, la ubicación de Costa Rica en el tiempo y en el espacio y su vinculación con el mundo. La propuesta integra las diversas disciplinas alrededor de las cinco aspiraciones históricas que han guiado la construcción y la identidad de la sociedad costarricense: la aspiración de ser una sociedad próspera, una sociedad solidaria, una sociedad sostenible, una sociedad civilista y pacífica, y una sociedad democrática, identificando tanto los logros históricos como, sobre todo, los rezagos y vacíos pendientes en la construcción colectiva de esas aspiraciones, construcción en la que destacan tanto los procesos democráticos y los arreglos institucionales, como los conflictos y los movimientos sociales. Comprender cómo han evolucionado estas aspiraciones en Costa Rica y en el mundo a lo largo de los tiempos, partiendo de las vivencias actuales y enfrentando a los estudiantes con los retos que estas aspiraciones enfrentan en el mundo de hoy, es un cambio refrescante que hará que Estudios Sociales deje de ser la materia en que se memorizan fechas y accidentes geográficos para pasar a ser la asignatura en que se desarrolla una verdadera memoria histórica y se comprende nuestro lugar en el mundo, nuestra identidad y nuestros retos. Es comprensible que haya oposición a una reforma que implicará enseñar de otra forma, aprender de otra forma y, sobre todo, alejarse de las recetas ya amarillentas para adentrarse en un proceso de aprendizaje mucho más crítico. Las críticas o sugerencias pertinentes, serán incorporadas, pero entendámoslo: esta es una reforma indispensable. |