Programa de Estudio de Español del I Ciclo de la Educación General Básica:
Leonardo Garnier

Síntesis de la reforma
¿Por qué era necesario el cambio?
Nuestros estudiantes no saben leer y escribir bien. Lo vemos en las pruebas diagnósticas de sexto y noveno año; lo vemos cuando llegan a las universidades y lo vemos en los resultados de las pruebas PISA: apenas una quinta parte de nuestros estudiantes de sexto año poseen las habilidades lingüísticas esperadas para su nivel; el 67% de nuestros jóvenes posee apenas un dominio básico de lectura y, además, muestran dificultades para responder preguntas que requieran mayor análisis e interpretación. Sin duda, una de las áreas críticas de nuestra educación es la del Español.
Una primera reforma fue la introducción de la enseñanza de la Lógica en los programas de Español de Secundaria, con el objetivo de que nuestras y nuestros estudiantes aprendan a distinguir argumentos válidos e inválidos, fortaleciendo así su capacidad comunicativa. En esa misma línea hemos aplicado la metodología “Piensa en Arte” en el segundo ciclo de Primaria, para desarrollar a partir de la observación de obras de arte, la capacidad argumentativa de nuestras niñas y niños.
Ahora, completamos la reforma de la enseñanza del Español, con una transformación radical de los programas de Español de Primer Ciclo, especialmente en lo que respecta al aprendizaje de la lecto-escritura, que pronto se verá culminada con la reforma del Segundo Ciclo.
Esta reforma fue diseñada con base en la mejor evidencia científica y en la experiencia de los países que han sido más exitosos en promover los procesos de aprendizaje de la lectoescritura. En el proceso participó un grupo de nuestras asesoras nacionales y regionales de español, asesoras nacionales de evaluación, asesoras nacionales de preescolar y docentes de español y preescolar, en consulta con diversos especialistas nacionales e internacionales en materia de lectoescritura y promoción.
Oralidad y lecto-escritura
Mientras que el lenguaje oral se adquiere en forma prácticamente natural, el lenguaje escrito es producto de una larga evolución cultural y su aprendizaje requiere de un proceso sistemático y bien planificado que lleve a nuestras niñas y niñas desde el lenguaje oral que ya manejan hasta el descubrimiento del sistema que transforma los sonidos del lenguaje en los símbolos del lenguaje escrito, permitiéndoles decodificar este lenguaje, hacerlo en forma cada vez más fluida y comprender plenamente su significado.
El programa plantea el desarrollo de las cuatro áreas comunicativas de la enseñanza del Español: comprensión oral, expresión oral, lectura y escritura.
La comprensión oral se desarrolla exponiendo a los y las estudiantes a textos de muy variada procedencia, haciéndolos discutir y argumentar sobre ellos. Esto les permite aprender a poner atención y concentrarse, aumentando su vocabulario, ampliando su conocimiento del mundo y comprendiendo un lenguaje cada vez más abstracto. Las competencias orales que el programa desarrolla en el estudiantado son:
- Comunicar oralmente ideas, experiencias y sentimientos, adoptando una actitud respetuosa ante las aportaciones de los otros y atendiendo las reglas propias del intercambio comunicativo, especialmente del buen escucha.
- Desarrollar las estrategias de comprensión de lo escuchado necesarias para interpretar y analizar crítica y objetivamente los mensajes como producto de las interacciones orales.
Un elemento fundamental del programa es que propicia el vínculo constante entre la comprensión y expresión oral con la lectura y escritura. Esto porque quienes logran desde edades tempranas un buen lenguaje hablado y un amplio vocabulario adquieren más fácilmente tanto la lectura, como la escritura. Así, para leer y escribir se necesita tanto el dominio de las habilidades aprendidas de forma espontánea (los diversos componentes del lenguaje oral), como de las habilidades aprendidas sistemáticamente (lenguaje escrito):
“Descifrar las palabras implica pasar la vista por cada una de las letras en el orden adecuado, de izquierda a derecha, sin olvidar ninguna, estando consciente de la correspondencia entre las letras y los fonemas, y ordenándolas para formar una palabra. Cada palabra es un enigma, un rompecabezas que el niño arma realizando un gran esfuerzo.”[1]
La conciencia fonológica
Una de las principales innovaciones del programa es la importancia que se da al desarrollo de la conciencia fonológica, como elemento clave para establecer el vínculo entre el lenguaje oral y el aprendizaje del lenguaje escrito. Cuando se aprende a leer es vital que el niño y la niña comprendan la conexión entre el lenguaje oral que ya conocen y el lenguaje escrito que están aprendiendo, que aprendan a identificar los sonidos del lenguaje oral y que puedan identificar su representación alfabética y las reglas sistemáticas de codificación y organización del lenguaje escrito. La conciencia fonológica permite comprender que las palabras se componen de sonidos y que se descomponen en unidades más pequeñas, como las sílabas y los fonemas; y que a la vez estos fonemas tienen una representación gráfica. La comprensión del vínculo entre el fonema, el grafema y la decodificación del lenguaje escrito es esencial.
La conciencia fonológica es un importante predictor del aprendizaje de la lectura y se puede desarrollar desde muy temprano, desde la casa y el preescolar. En estos programas se trabaja principalmente en el primer año y es con base en ella que se avanza hacia la decodificación, que es el proceso mediante el cual se descifra el código escrito para acceder al significado literal de los textos.
El aprendizaje de la lecto-escritura: un proceso continuo
El nuevo programa parte del principio de adaptación al nivel de desarrollo de los y las estudiantes y una de sus más novedosas características es la de integrar el primero y segundo grado de la educación primaria como una sola unidad o proceso de aprendizaje y evaluación. De esta forma, al entender que el primero y segundo año son una unidad, el proceso de aprendizaje de la lectoescritura puede ajustarse al avance y ritmo de aprendizaje de cada estudiante.
Por ello, las unidades del programa están diseñadas para adaptarse al nivel de desarrollo de cada estudiante. La unidad de “comprensión oral” se desarrolla a lo largo del primero y segundo grado, y se complementa con dos unidades de lecto-escritura con una unidad de articulación que permite graduar las diferencias entre los distintos estudiantes, a lo largo de estos dos años.
Una vez desarrollado el proceso de la conciencia fonológica, el programa plantea la decodificación y la comprensión lectora como procesos paralelos, que desarrollen la fluidez y el vocabulario para que los y las estudiantes se conviertan en buenos lectores. El objetivo es que el niño o niña progrese en el reconocimiento fluido de los textos escritos. “Cuanto más automática sea la lectura, más podrá el o la estudiante, concentrar su atención en la comprensión de lo que lee y se convertirá en un lector autónomo, que lee tanto para aprender como para su propio placer.”[2]
La comprensión lectora y la literatura
Este nuevo programa de Español parte de la idea fundamental que el lenguaje es la base de las demás áreas del saber y constituye una herramienta fundamental para el desarrollo de la identidad de las personas, así como para su integración en una sociedad inclusiva y democrática. Esto ya que por medio del lenguaje, tanto oral como escrito, se propicia el desarrollo del pensamiento crítico y reflexivo, la creatividad y el diálogo, la comunicación afectiva y emocional.
Además, el programa plantea que al mismo tiempo que se desarrolla la habilidad de comprensión lectora, es deseable que los y las alumnas, adquieran desde temprana edad el gusto por leer y cuenten con abundantes oportunidades de hacerlo. El enfoque de la literatura que propone el programa destaca con claridad que la literatura es un arte en sí misma y por consiguiente está cargada de sentido, emotividad y ficción. Busca valorizar la literatura como un recurso para el disfrute, el desarrollo de la creatividad y el aprendizaje no motivado por el estudio de teorías literarias, sino que al comprender que las obras literarias son fundamentalmente obras de arte, en consecuencia, el acercamiento a ellas debe ser semejante al que se tiene frente a un cuadro o a una obra musical.
Los métodos didácticos
En este programa de estudios no se propone un método único para iniciar el aprendizaje de la primera etapa del proceso de lectura y de la adquisición de la fluidez lectora; más bien, se otorga libertad pedagógica para que el o la docente, conjugue su estilo de enseñanza y los distintos estilos de aprendizaje de los y las niñas. Sin embargo, sí se plantean algunos principios básicos, producto de las más recientes investigaciones científicas que guían al docente al iniciar a sus estudiantes en la fascinante tarea de apropiarse de la lectoescritura:
a. Principio de la enseñanza explícita del código alfabético
- Correspondencia fonema-grafema: Es la idea más elemental, y sin embargo la que ofrece más dificultades: cada sonido del lenguaje, cada fonema tiene una representación gráfica, un grafema que lo representa; cada letra o grupo de letras, corresponde a un fonema. Por ejemplo: ‘e’, ‘f’, ‘si’, ‘al’.
- Unidad en la diversidad: cada fonema tiene una representación gráfica que puede variar en la forma y seguir siendo el mismo grafema, a pesar de sus distintos disfraces.
- Semejanzas y diferencias que distinguen un grafema de otro. Por ejemplo: a- o/ l -t/c-e.
- Combinación de letras o de grafemas: además de aprender la correspondencia fonema-grafema, los y las estudiantes, deben comprender que estas letras se pueden combinar para formar sílabas. Es necesario mostrar que, cuando se combinan entre ellas se forman nuevas y múltiples combinaciones. Por ejemplo, una misma consonante combinada con distintas vocales representa un fonema distinto (‘la’, ‘le’, ‘li’, ‘lo’, ‘lu’) o una misma vocal combinada con distintas consonantes va a representar fonemas distintos (‘la’, ‘ra’, ‘ma’, ‘ca’).
- Movilidad de letras o de grafemas: es una idea simple pero profunda: el desplazamiento de las letras o de los grafemas, cambia la pronunciación de la cadena de letras. El o la estudiante debe comprender que la letra ‘p’ es una unidad móvil que puede formar, ‘pa’, pero también ‘pi’ y hasta ‘ip’ con un simple cambio de orden.
- Correspondencia espacio y tiempo: el o la estudiante, debe descubrir que en español se lee de izquierda a derecha, es decir que el orden espacial de las letras corresponde sistemáticamente al orden temporal de los fonemas..
- Discriminación en espejo: los lectores en proceso no comprenden necesariamente que las letras como la ‘b’ y ‘d’, o ‘p’ y ‘q’ son distintas: su sistema visual los trata como objetos idénticos. Peor aún cuando su fonema no es muy distinto. Se debe explicitar que estas letras ‘en espejo’ son distintas, que se escriben distinto y suenan distinto.
b. Principio del aprendizaje activo asociando lectura y escritura: es necesario asociar las actividades de lectura y escritura. Aprender a formar y escribir las palabras facilita el aprendizaje de la lectura en distintos niveles.
c. Principio de transferencia del aprendizaje explícito al implícito: facilitar el paso de una lectura lenta, cancaneada, con esfuerzo, a una lectura fluida y rápida. Cuando la lectura es fluida, el o la estudiante, deja de concentrarse en el código y puede reflexionar alrededor del sentido del texto, hay comprensión.
d. Principio de la participación activa, atención y motivación: para aprender de manera efectiva, el o la estudiante debe tener una participación activa, en donde los estudiantes traten de generar respuestas a ejercicios por sí mismo.
e. Principio de adaptación al nivel de desarrollo de los y las estudiantes: el o la estudiante es actor de su propio aprendizaje, desafiado pero no desestimulado, y debe tener siempre el sentimiento de que progresa. Los ejercicios realizados en clase deben adaptarse permanentemente a las necesidades y progresos de los y las estudiantes. Así, si un estudiante desea adelantarse en el proceso, o enriquecerlo, se le debe estimular y guiar en el orden a seguir. De igual manera, si existe un rezago, como cuando algunos estudiantes no han comprendido que la unión de una vocal y de una consonante resulta en una sílaba, no se debe avanzar hasta que esto no esté claro, mediante múltiples ejercicios y ejemplos. La evaluación continua de las competencias logradas es indispensable para que el o la docente, pueda ajustar su planeamiento didáctico. Esta evaluación, autoevaluación o coevaluación permite detectar, no solo el progreso de los y las estudiantes, sino cualquier dificultad que sea necesario atender antes de continuar.