Cinco chanchitos clonados
Leonardo Garnier

Sub/versiones – LA NACIÓN: 10/01/02
Cinco chanchitos clonados. Cinco chanchitos que son fruto de sus genes y del trabajo del hombre, que logró modificarlos científicamente para que el cuerpo humano no rechace los órganos trasplantados. Los chanchitos clonados serían algo así como una “fábricas de repuestos” para nosotros. Este logro científico es innegable y asombroso, y destaca el papel esencialmente positivo que la ciencia puede jugar a favor de la vida – de la vida humana, en este caso. Pero claro... levanta preguntas.
Para algunos, las preguntas tendrán que ver con eso de que la gente viva con un corazón o un riñón de chancho... lo que no tendría por qué preocuparnos mayor cosa, y en algunos casos hasta le daría sentido a eso de que “sos un sangre’ chancho” o “comés como un chancho”. Para otros, el problema estaría en que, para que nosotros vivamos, los cerditos deben morir. No puedo decir que este no sea un problema, pero no es un problema distinto al de las vacas, cerdos, pollos y peces que producimos y nos comemos todos los días, y que – en efecto – mueren para que nosotros vivamos; o al de los árboles que sembramos sólo para cortarlos luego y convertirlos en mueble.
Probablemente el dilema ético más grande que se abre con la clonación de los cinco chanchitos es el que se relaciona con las posibilidades de utilizar la clonación humana para la producción de órganos de repuesto. Para algunos, la posibilidad misma es escalofriante, pues la ven como la producción de seres humanos de desecho, que sólo servirían para obtener los órganos que mantendrían vivos a otros (algo que, al parecer, podría estar haciéndose hoy en día con menos ciencia, si damos por ciertas las denuncias macabras sobre tráfico de niños que serían sacrificados para utilizar sus órganos). Para otros, sin embargo, la posibilidad de reproducir órganos humanos constituiría uno de los logros más admirables de la ciencia, pues muchas de las vidas que hoy se pierden por accidentes o por enfermedades aún incurables, podrían salvarse si pudiéramos contar con ‘repuestos de fábrica’ para las partes irreparablemente dañadas.
La ciencia siempre nos confrontan con dilemas éticos: ya sea que estemos hablando de descubrimientos que alteran la posición y la historia del hombre en el cosmos, o de otros que, como la energía atómica, pueden servir tanto a la vida como a la muerte; ya se trate de mecanismos para planificar la reproducción humana, o de procedimientos como la fertilización in vitro, que permite que el milagro de la vida se realice a pesar de los pesares. Sin embargo, la historia debiera enseñarnos que ninguno de esos dilemas se ha resuelto negando los avances, sino entendiéndolos para poder usarlos de la mejor manera. La pregunta no es si la clonación para producir órganos es buena o mala. La clonación nos abre un montón de puertas, muchas de ellas, puertas de vida. En vez de rechazar estas opciones que surgen de la clonación, debemos más bien preguntarnos ¿cómo usarla y... cómo no usarla? Y, claro, debemos estar agradecidos a todos los que han contribuido a este proceso – cerditos incluidos.