La clonación de los medios
Leonardo Garnier

Sub/Versiones – LA NACION: Jueves 9 de enero, 2003
Al principio, fue la farsa. Y la farsa se hizo noticia. Y la noticia recorrió el mundo llenando pantallas y primeras planas, alimentando noticiarios y editoriales, provocando escándalo, confusión, admiración y rechazo. Así, el milagro falaz de la clonación de Eva por los Raelianos se convirtió en el milagro veraz y trágico de nuestro tiempo: la clonación de los medios. Casi sin importar de cuál agencia venía la información, o cuál medio la publicaba, la tónica era la misma: una mezcla de asombro, incredulidad… y credulidad cómplice:
“ Sí, nacerán bebés: Antes de que finalice este año y a principios del 2003 nacerán varios bebés clonados... y la noticia no forma parte de la trama de una popular novela brasileña, que se transmite actualmente en el país. En efecto, ayer se conoció que cinco embarazos de embriones clonados están en curso y la primera niña clonada podría nacer antes de que finalice este año. El anuncio lo hizo la científica francesa Brigitte Boisselier, obispo de los Raelianos, una secta que impulsa la clonación como manera de alcanzar la eternidad”.
En efecto, el 27 de diciembre, la fotogénica Directora de CLONAID anunció al mundo el nacimiento de Eva: la primer niña clonada de la historia. La veracidad del evento se sometería, según dijeron, al examen de un ‘científico independiente’: el Dr. Michael Guillen. Pero si el anuncio podía ser noticia para el mundo, no podía serlo para las principales agencias y medios noticiosos del mundo, que sabían muy bien con quién trataban.
Y lo sabían bien porque conocían a Guillen, que había sido editor científico de ABC News, con fama de cubrir temas científicamente cuestionables – como psicoquinesia, astrología, auras, precognición y fusión fría – al punto de recibir el ‘premio chota’ de la James Randi Foundation por “promover la pseudo ciencia y la charlatanería”. Guillen había ofrecido al New York Times, sin éxito, un artículo exclusivo sobre una pareja que estaba tratando de tener un bebé clonado. En Agosto, entrevistó a esa pareja en CNN, y un año antes había presentado una entrevista similar en “20/20”. En los últimos meses, había tratado de vender por cien mil dólares los derechos a un documental exclusivo sobre un nuevo intento de clonación. Se lo ofreció a Fox Entertainment, pero no llegó a un acuerdo. Tampoco logró concretar nada con las otras cadenas que contactó: ABC, NBC, CBS, CNN y HBO. Según un ejecutivo de CNN: “Le dijimos – y lo hicimos de una manera muy cortés, porque teníamos interés en el tema – que no queríamos pagar por la historia, pero sí queríamos cubrirla”. Lo conocían.
También conocían a los Raelianos, una secta religiosa que cree que la vida en la tierra fue creación de alienígenas – los Elohim, término bíblico que traducen como “aquellos que vinieron del cielo” – que en 1973 se contactaron con Rael para informarle, entre otras cosas, que necesitan una Embajada en la Tierra, ojalá en Jerusalén, uno de los sitios donde vivieron cuando crearon a los seres humanos y donde muchos de sus descendientes nacidos de sus uniones con los seres humanos, viven todavía hoy. Las instrucciones de los Elohim fueron precisas: “Haga construir una residencia en un país agradable y de clima benigno, con siete habitaciones siempre dispuestas para recibir invitados, cada una de ellas con un baño; una sala de conferencias para recibir al menos veintiuna personas, una piscina, un comedor para veintiuna personas. Esta residencia deberá construirse en medio de un parque y estar al abrigo de miradas indiscretas. El parque estará completamente rodeado de muros que impidan ver la residencia y la piscina. La residencia deberá estar rodeada cuanto menos a 1000 metros del muro rodeando el parque. Sobre el techo de la residencia habrá una terraza sobre la cual podrá posarse una nave de doce metros de diámetro”.
A cambio, los Elohim compartirían su sabiduría con nosotros. Nos explican, por ejemplo, que gracias a una pequeña intervención quirúrgica, pueden vivir diez veces más que nosotros, y dicen que pronto nosotros haremos este descubrimiento y podremos vivir entre 700 y 1200 años. Gracias al dominio de la genética y a la posibilidad de crear la vida, podremos fabricar robots biológicos que harán todos los trabajos embrutecedores. Mejor aún – nos dicen – hombres y mujeres podrán tener uno o varios robots biológicos, absolutamente sumisos, y a los cuales la máquina da exactamente el físico que se desee. También se resolverán los problemas educativos, pues hasta las escuelas se harán innecesarias: para aprender, nuestros hijos no tendrán más que transferir directamente el conocimientos en el cerebro como ocurre en el planeta de los Elohim: “Podemos comunicar las informaciones por inyección de materia cerebral memorial, así nuestros hijos no tienen prácticamente que trabajar. Regularmente, se someten a inyecciones de materias cerebrales sacadas de sujetos que poseen las informaciones necesarias para la instrucción”. ¡Y nosotros preocupados por los doscientos días del curso lectivo!
En política, los Raelianos dicen abogar por un sistema en el que sólo pueda gobernar la gente más inteligente. Según los Elohim: “¿Qué tipo de gente permite que la humanidad progrese? Los genios. Por tanto, el mundo debe apreciar sus genios y permitirles gobernar la Tierra. Se trata de colocar a los genios en el poder, y esto se puede llamar geniocracia”. Los Elohim explican que, en una geniocracia, sólo aquellos individuos con una inteligencia que sea diez por ciento superior al promedio, podrán votar, mientras que se exigirá una capacidad intelectual cincuenta por ciento superior al promedio para ser elegible a una posición de gobierno. ¡Con razón el presidente Bush dijo estar ‘profundamente preocupado’ por estas noticias!
Todo esto era público y conocido por las agencias noticiosas y los principales medios informativos del mundo. Y también sabían estos medios que CLONAID era una estafa: una ‘empresa Raeliana’ que ofrece desde su sitio web el servicio de clonación a cualquiera que quiera ser clonado… ¡por sólo doscientos mil dólares! A quienes no tienen tanta plata, por doscientos dólares anuales, el programa INSURACLONE les puede ‘guardar’ su material genético para cuando necesiten algún repuesto… o la clonación completa. Para las mujeres estériles el programa OVULAID vende óvulos por cinco mil dólares, dejándolas escoger la personalidad, inteligencia y apariencia de su futuro bebé: “¡Venga y regrese a su país preñada con el bebé de sus sueños!” Finalmente, anuncian el programa CLONAPETS para las personas adineradas que quieran revivir, mediante la clonación, a sus mascotas muertas… y se agrega que este servicio ¡también se ofrecerá a los dueños de caballos de carrera! Todo esto era tan conocido como ridículo. CLONAID estaba a la caza de fondos, y lo hacía sin tapujos. En una entrevista reciente, Rael afirmó que CLONAID “es una empresa comercial y su máximo objetivo es hacer tanto dinero como pueda, y espero que logre todo el dinero posible. “¿Le gustaría invertir en CLONAID? Ya estamos abiertos a la inversión de capitales de riesgo. ¿Siente usted también que esta podría ser la aventura de negocios más excitante del mundo?” Y – como todo gurú que se precie de serlo – el propio Rael anuncia que está disponible como conferencista sobre el tema de la clonación, por la módica suma de cien mil dólares. Por un poco menos, la conferencista puede ser la Dra. Boissellier.
Como los propios medios han reportado, muchas voces sensatas se alzaron contra esta farsa. “Todo este asunto es ridículo. Ante la ausencia de pruebas científicas, concluyo que no hay nada verdadero. Se trata de gente religiosa y completamente loca”, dijo el experto en genética Rudolph Jaenisch. Para Arthur Caplan, miembro del centro de bioética de la Universidad de Pensilvania, las excusas presentadas para no hacer los exámenes son solo un pretexto, y se quejó fuertemente de la cobertura mediática: “Nadie debiera tener una historia publicada hasta que tenga evidencias. No importa qué tan telegénico sea, no importa cuántos uniformes de comandante de tropa estelar tenga, si no muestran un bebé, o unos padres, o una prueba de ADN, o algunos testigos que sean creíbles, no debieran tener su historia publicada”. También Alta Charo, profesor de derecho y bioética de la Universidad de Wisconsin, denunció el “circo mediático” que permitió a los Raelianos “obtener una increíble cobertura mediática sin información real”. Y Natalie Dewitt, editora de la Revista Científica Nature, que diera a conocer las investigaciones pioneras sobre la clonación de la oveja Dolly en 1997, dijo sobre este caso: “lo hemos estado ignorando porque no lo vemos como un anuncio científicamente válido”. A estas alturas, no sólo no ha habido pruebas científicas sobre la supuesta clonación… ¡ni siquiera se sabe si el bebé, del que todo el mundo habla, existe!
Pero de igual manera surgieron las reacciones contrarias, las que por credulidad, por ingenuidad o conveniencia, aprovecharon la situación para atizar la hoguera. Mohamed Taranissi, por ejemplo, del Centro de Reproducción y Ginecología Asistida de Londres, dijo que había que distinguir entre el supuesto logro científico y la gente que estaba involucrada en él: “Creo que si la afirmación tiene sustento, abre un gran número de usos potenciales, y de buenos usos”. Como sin querer queriendo, algunas declaraciones oficiales dieron un aire de credibilidad al embuste. El presidente Bush, dijo estar ‘profundamente preocupado’ por la noticia, y afirmó que va a presionar al Congreso para votar un proyecto de ley que prohíbe cualquier tipo de clonación humana, según anunció la Casa Blanca. El presidente Chirac fue aún más tajante: “Sea o no cierto el anuncio, el presidente de la república aprovecha la oportunidad para reiterar su fuerte condena a toda investigación sobre la clonación humana reproductiva y para reafirmar de manera solemne que, para Francia, esta práctica es criminal y contraria a la dignidad humana”. La Santa Sede, por su parte, aseguró que “la humanidad debe defenderse” contra este tipo de experimentos como la clonación humana. “Se trata de una de las peores noticias que nos podríamos imaginar”, aseguró monseñor Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia Pontificia por la Vida, al pedir “una legislación eficaz” contra la clonación y una condena penal para sus responsables. Así, la farsa tendía a ser validada por la cantidad y el tono de las noticias, los comentarios y las declaraciones que provocaba.
Al final, fue la noticia. Y la noticia se hizo farsa. Y la farsa recorrió el mundo, subiendo los ratings y acrecentando la confusión del show con la noticia, de la realidad con la ficción. Y así, en esta época de reality shows, sin importar cuántas voces sensatas trataron de evitarlo, el verbo… se hizo negocio.