Sesenta, setenta y cinco, cien ¡nada!
Leonardo Garnier

Sub/Versiones – LA NACIÓN: Jueves 19 de Setiembre, 2002
En América Latina – dice Gabo – la realidad supera con creces a la imaginación. Somos un continente surrealista en lo sublime tanto como en lo ridículo. Y en el terreno de lo ridículo, los costarricenses hemos protagonizado en estos días un morrocotudo debate que ha involucrado al Ministerio de Obras Públicas y Transportes, a la Autoridad Reguladora de Servicios Públicos, a la Defensoría de los Habitantes y a la prensa nacional… y todo porque se aumentó el monto de los peajes – los pocos peajes que existen – de sesenta a setenta y cinco colones.
El problema no ha surgido por el monto del aumento – unos cuatro centavos de dólar – sino por las presas, embotellamientos, atrasos, desperdicios y molestias que se generan porque la gente estaba acostumbrada a llevar los sesenta (en monedas viejas, claro, tres de veinte) y no setenta y cinco. Llegan entonces al peaje sin el monto exacto… y la cosa se despelota, se enreda, se atrasa. Y la gente, con razón y sin razón, se enoja.
Desde el MOPT, en una muestra de consistencia con el absurdo, han sugerido que el problema es de enteros y fracciones: todo se resolvería si la ARESEP aprobara peajes de cien colones, no de setenta y cinco. Así, los conductores llegarían a las casetillas del peaje con su monedita dorada de cien pesos… la arrojarían prestos a la canastita… plink… y seguirían raudos hacia sus labores del día, sin atrasarse y sin atrasar a los demás. ¡Necios que son los de ARESEP! ¿No?
Pues no. Porque si, para complacer al MOPT, ARESEP aprobara peajes de cien colones… estaría echando por los suelos toda su autoridad reguladora: tan legítimo sería un aumento del veinticinco por ciento como uno de sesenta y seis por ciento. ¿Se imagina usted que ese mismo criterio se aplicara en las tarifas de los buses, en las telefónicas, en las eléctricas? Pero, además, ¿qué haríamos dentro de unos meses, cuando el MOPT solicite un nuevo reajuste por inflación? ¿Pasar los peajes de cien a ciento quince colones… o tirarlos de una vez a doscientos, para que no haya presas?
La pregunta más bien es ¿para qué queremos peajes? De los sesenta, setenta y cinco o cien pesos que pagamos, ¿cuánto queda realmente para el mantenimiento de las carreteras? Hay que tener gente trabajando para cobrarlos, casetillas operando, maquinaria especialmente ajustada y, sobre todo, hay que tener gente y vehículos haciendo presa: gastando su tiempo, desperdiciando combustible, contaminando el ambiente… en fin, perdiendo, entre todos, probablemente más que los centavos que finalmente quedan disponibles para el mantenimiento de las carreteras. ¿Vale la pena?
¿Por qué el MOPT no toma la decisión más sensata de todas, y elimina los peajes de una vez por todas? Si todos los años los conductores y propietarios de vehículos tenemos que renovar nuestros derechos de circulación y pagar los impuestos correspondientes, ¿no sería mucho más sensato trasladar a ese pago el monto que hoy, descontados los gastos, le queda al MOPT por los peajes de las autopistas? El MOPT recibiría la misma plata, los conductores pagaríamos menos… ¡y no habría más presas por peajes! ¿Por qué no intentarlo?